Uno de los aspectos más complejos del estudio de estas moléculas está en que los seres vivos presentan en su interior una gran diversidad de sustancias químicas, muchas de ellas con propiedades químicas y físicas parecidas pero con función biológica distinta, que resultan muy difíciles de separar para poder estudiarlas individualmente.
El caso más general es partir del estudio de un individuo completo. Si la sustancia que se pretende estudiar se encuentra en uno de sus fluidos corporales su obtención es relativamente sencilla, ya que basta con extraer una muestra de los mismos (sangre, líquido cefalorraquídeo...), normalmente mediante una punción con una jeringa.
Si, por el contrario, la sustancia que interesa conseguir está en el interior de las células su obtención se complica un tanto. En primer lugar, es necesario diseccionar al organismo para conseguir el órgano donde se quiere estudiar la sustancia en cuestión. A continuación es necesario disgregar el órgano para obtener una muestra de tejido y, por último en esta fase previa, homogeneizar el tejido para romper las células y poder acceder a las sustancias intracelulares.
Con estos procedimientos se consigue una mezcla homogénea que incluye tanto los orgánulos celulares, que aún pueden estar intactos tras el tratamiento, como las moléculas que forman el interior de la célula. Para individualizar estos componentes se recurre a diferentes técnicas de separación, que permiten separar dichos componentes en función de sus características físico-químicas. El resultado final de aplicar estas técnicas de separación será obtener una cierta cantidad de moléculas de un único tipo cuyo estudio mediante técnicas analíticas es el objetivo fundamental de la Bioquímica.
Tanto el líquido (sobrenadante) como el sedimento (pellet) pueden utilizarse para estudios posteriores, el sobrenadante directamente, y el sedimento reconstituyéndolo con un tampón hasta disolverlo.
Esta es una técnica muy utilizada para separar entre sí diferentes elementos estructurales de la célula, mediante lo que se conoce como "centrifugación fraccionada". Aunque los datos concretos de tiempos y fuerzas aplicadas cambian de unos tipos celulares a otros, se puede generalizar el procedimiento para separar los diferentes elementos celulares:
El homogeneizado celular obtenido en la sonicación se centrifuga a baja velocidad, con lo que sedimentan las células enteras que puedan haber quedado, los núcleos celulares y restos del citoesqueleto. Si no nos interesa ninguno de estos componentes el sobrenadante se separa del precipitado recuperándolo mediante una micropipeta y se vuelve a centrifugar, esta vez a velocidad media. El precipitado obtenido en esta ocasión incluye fundamentalmente las mitocondrias. Si el nuevo sobrenadante se centrifuga a alta velocidad se separan las vesículas pequeñas en las que se había roto la membrana y otros orgánulos membranosos, quedando en la parte líquida los ribosomas, las macromoléculas y, de haberlos, los virus, componentes que pueden precipitar en una centrifugación a muy alta velocidad. El último sobrenadante contiene las sustancias solubles que forman parte de la célula.
Un enfoque diferente, pero basado en el mismo principio, es la centrifugación en gradiente de densidad. En este caso el tubo de centrifugación se prepara con varias soluciones de densidad creciente, situando la más densa en la parte baja del mismo. La muestra se sitúa sobre la solución menos densa y entonces se centrifuga.
Los diferentes componentes de la muestra se mueven hacia el fondo del tubo hasta alcanzar la parte del mismo cuya densidad es igual a la del propio componente, deteniéndose en ese punto. Una vez finalizada la centrifugación se perfora el tubo por su parte inferior, recogiéndose individualmente cada una de las fracciones en las que se ha separado la muestra.
Separación molecular
Las moléculas orgánicas suelen tener propiedades químicas bastante parecidas, por lo que su separación debe hacerse basándose en sus propiedades físicas, tales como el tamaño, la carga eléctrica, la polaridad, la volatilidad, la solubilidad o la adsorción.
El tamaño y la carga eléctrica son propiedades sobradamente conocidas, que no necesitan mayor explicación. La polaridad es una característica de ciertas moléculas que presentan una distribución irregular de carga eléctrica en su estructura, de modo que pueden establecer interacciones electrostáticas con otras moléculas, tanto cargadas como polares, mientras que las moléculas apolares interaccionan con otras moléculas apolares.
La volatilidad es la tendencia que tiene una molécula a pasar al estado gaseoso, mientras que la solubilidad es la capacidad de una sustancia para que sus moléculas se mezclen homogéneamente con las de otra. Depende, en buena parte, de la polaridad de las dos sustancias (solvente y soluto). Finalmente la adsorción es un fenómeno mediante el cual determinadas moléculas interaccionan con un soporte sólido. También depende de la polaridad.
En este caso la fuerza impulsora suele ser la gravedad, es decir, la muestra simplemente se deja caer a través del filtro, aunque también se puede ejercer presión (por ejemplo con una jeringa) o aplicar vacío y succionar para acelerar y mejorar la eficacia del proceso. La fuerza que se opone al movimiento es la propia resistencia del material. En la actualidad es posible utilizar este método (en realidad la ultrafiltración) para separar macromoléculas (103 a 106 Daltons).
Una de las técnicas más utilizadas en la purificación de macromoléculas, especialmente de proteínas, es la cromatografía. La separación cromatográfica se basa en el reparto desigual de un soluto entre dos fases que son inmiscibles entre sí, como resultado de que el soluto tiene una solubilidad distinta en las dos fases. Una de las dos fases o medios está en reposo, mientras que la otra se mueve a lo largo de la fase inmóvil en una dirección determinada.
Existen diferentes tipos de cromatografía, según la naturaleza de las dos fases que intervienen y el principio en el que se basa la serparación de los componentes de la muestra. La siguiente tabla muestra una clasificación simple de los principales tipos de cromatografía.
La eficacia de la separación cromatográfica puede mejorarse si se consigue que algunas moléculas interaccionen de forma aún más intensa con la fase estacionaria, y más aún si esa interacción es específica, es decir, si las únicas moléculas de la muestra que se unen a la fase estacionaria son las que se desean separar. El primer caso describe la cromatogrfía de intercambio iónico, en la que la fase estacionaria es un gel cargado eléctricamente. de modo que las macromoléculas con carga eléctrica opuesta se unen firmemente a él. El resto de las moléculas recorre la columna y son eliminadas. Al final, la unión entre las moléculas aisladas y el gel puede deshacerse cambiando el pH del medio, lo que modifica las cargas eléctricas.
Cuando se carga la columna con la muestra que se desea separar, solo las moléculas que presentan afinidad por el gen quedan retenidas en el gel, mientras que el resto dejan la columna junto con el tampón. Para recuperar las moléculas unidas es necesario separarlas del gel, lo que se consigue, en general, cambiando el pH de la fase móvil.
Una vez separadas mediante electroforesis, las moléculas pueden ser recuperadas y utilizadas para análisis posteriores. Para ello basta con cortar el fragmento de gel donde se encuentran las moléculas y disolver el gel.