Tecnócratas de la memoria

Publicado el 13 febrero 2016 por Vigilis @vigilis
Mucho se ha escrito y todavía queda mucho más por escribir sobre el revanchismo que nos quedó en herencia de aquel infausto presidente Zapatero, a quien Dios confunda. Las hordas amentales —lo peor de mi generación— cogen esa herencia y la hacen suya al saltarse las prevenciones con que los políticos se habían tomado aquella Ley de Memoria Histórica. Sí, ya saben, esa ley que pretende compensar discrepancias en los recuerdos de los españoles.

¡Ieee, mañooo!

Una ley imposible de cumplir no es una ley
Desde que se aprobara la ley —un ardid para que Zapatero obtuviera apoyos parlamentarios de extremistas y separatistas—, quedó la cosa más o menos en un suspenso burocrático, esto es, sin mucha aplicación. En primer lugar porque las grandes ciudades las gobernaba el PP o el PSOE y los adultos saben que no se juega políticamente con el recuerdo porque el recuerdo es personal, el recuerdo es íntimo. Y en segundo lugar porque más allá de casos evidentes —yo qué sé, la calle: "ojalá se mueran los comunistas españoles pasados y futuros"— la aplicación de la ley es problemática.
Para salvar el problema de aplicación de la Ley de Memoria Histórica, los neocomunistas recurren a "expertos independientes" que es exactamente lo que ellos critican en el manejo de la economía pública. Para ellos está "mal" que agencias de calificación valoren la deuda pública pero está "bien" que agencias del recuerdo valoren el recuerdo público. Unos son malvados tecnócratas y otros son hermanitas de la caridad que piensan en el famoso y nebuloso "bien común". Cosas veredes.

Típica reunión del comité de memoria histórica de la Complutense de Madrid.

Es muy gracioso que al mismo tiempo los neocomunistas —por ejemplo, los responsables de los ayuntamientos de Madrid, Barcelona o Coruña— logren descargar responsabilidad política ("nosotros no elegimos qué calles cambiar, son los expertos") y regalar dinero público a sus colegas. Porque ésa es otra: las "comisiones de expertos calificadores en recuerdos" son de la cuchipandi del ayuntamiento de turno.
Veo dos formas de aproximarnos al tema. La primera es atribuir un cinismo galáctico a los cambiacalles: borrar el recuerdo público sirve para poder focalizar el debate en un enemigo muerto y evitar que la gente se pregunte "aparte de cambiar calles y enchufar parientes ¿qué diablos están haciendo los neocomunistas en los ayuntamientos?". La otra aproximación no es cínica y tendría que ver con una intención política sincera.
Si decimos que no son cínicos tendremos que pensar que creen en lo que hacen, que sus actos se corresponden con sus pensamientos. Esto me invita a opinar que pretenden contraponer la dictadura del general Franco con su mochila de neocomunismo tercermundista. Pero almas de cántaro, si el ejemplo más próximo a vuestra loca idea de persecución política es lo más parecido a lo que hacía Franco.
Memoria histórica contra la convivencia constitucional

El burro a la linde. Siempre. No falla.

Ok, la cosa no es tan sencilla. En el fondo se trata de enmendar la Transición Política. Lo que la caterva adanista pretende es vendernos que lo opuesto al franquismo no fue la Transición Política ni nuestro actual régimen de libertades, sino su tercermundismo populista. Tirando de este hilo lograrían su objetivo de cargarse la Constitución y la memoria de la Transición (y de paso cargarse también a los reductos nostálgicos del PCE que a partir de 1956 exploró la reconciliación nacional). No se trataría tanto de decir que Franco no les gusta como de decir que el desarrollo y libertades obtenidos durante las últimas décadas de la España constitucional no les gusta.
Con visión de conjunto resulta innegable que la aplicación irresponsable de la mezquina Ley de Memoria Histórica es una pata más de ese banco que los lleva a presentarse a las elecciones de la mano de grupos filoetarras y asumir como propias las reivindicaciones separatistas.
Alguno que me lea protestará: "para ti los malos siempre son los mismos". Ojalá pudiera elegir a los malos. Ojalá poder dedicar nuestras energías a un debate sobre los objetivos de la educación pública, sobre la política de infraestructuras o sobre el reparto competencial entre administraciones. Pero son los que reniegan de la política los que sepultan el nivel del debate.

Ahí no pone "socialismo" sino "democracia representativa pluripartidista". No te dejes engañar por tus propios ojos.

2016 y en lugar de coches voladores estamos hablando del régimen dictatorial de un generalote con aires decimonónicos. Un tipo de régimen autoritario muy común en todo el orbe a partir de la posguerra mundial. A esos cuarenta años de dictadura se le atribuyen todos los males y carencias de nuestra sociedad por la sencilla razón de que en los últimos cuarenta años (los constitucionales) estos pipiolos tercermundistas ni pincharon ni cortaron nada, relegados, como es natural, a la extravagancia política de posiciones extremas en las que solamente los locos de la colina estaban interesados.
Podemos ir a los detalles del cambio de nombre de cada calle y cada plaza. Es más, sería un bonito ejercicio hacer un trabajo de recopilación. La obra sería la historia de España del siglo XX. A autores consagrados como Jardiel Poncela o Eugenio d'Ors se les unirían biografías más locales como la de Arcadio Vilela. A esa monumental obra le añadiría un tomo de apéndices para ignaros desorientados. Este tomo podría llevar el nombre de "No están pero podrían estar" y referirse a quienes participaron en la guerra en el bando de Franco o colaboraron denodadamente en la propaganda de la dictadura pero que son salvados por arte de magia por los adanistas tercermundistas.
"Longa noite de pedra" o "Coño, Paco, deja aquí la botella"

Me parece bien que cada cual escriba lo que le salga de las narices.

Es el caso de Celso Emilio Ferreiro, por ejemplo, autor que todos los niños gallegos están obligados a alabar como santo de la patria en esa Formación del Espíritu Nacional que son las clases de lengua gallega. Celso Emilio tiene un lugar destacado en el santoral del nacionalismo gallego por pintar la imagen romántica de la famosa "persecución franquista" del gallego como una "longa noite de pedra". Esa longa noite de pedra a mí en el cole nunca me explicaron a qué se debía y rellenaba mi imaginación pensando que el autor fue encarcelado décadas por malvados franquistas que hablaban español. Tuve que situarme a miles de kilómetros del fango de la mitología nacionalista para aprender que efectivamente Celso Emilio estuvo en una cárcel franquista, bueno, en la habitación de un monasterio, tres días. Lo bonito de esa historia es que esos tres días que pasó encerrado por insubordinación no le impidieron reincorporarse al ejército del general Dávila en la campaña de conquista contra la Asturias roja.

El típico militar del ejército sublevado.

En otro apéndice podríamos hablar sobre la fantasiosa imagen que se cultivó de unos y de otros. Esos militares engominados caricaturizados como desalmados que arrasan aldeas de pobres campesinos idealistas. O esos luchadores por la libertad que bebían de la romántica idea del bandolerismo y les hacían astutas jugarretas a los guardias civiles en los montes con la ayuda del Pueblo™ mientras encontraban tiempo para seducir a la viúda del maestro. La fuerza de estas imágenes tan arraigadas se debe a un mero ejercicio de repetición. Es a partir de la Transición Política, que fue paulatinamente eliminando el régimen franquista, cuando se descorcha la botella y numerosos autores y cineastas evocan las imágenes idealizadas de la guerra y la posguerra como compensación o vendeta. Bien me parece que se hagan las películas y los libros que a cada cual le dé la gana. 

El típico miembro del maquis.

El caso es que en ese apéndice podríamos contraponer esas imágenes con los retratos que el estudio histórico nos deja (prensa, diarios personales, actas de partidos, pesquisas judiciales, etc.). Ese militar engominado que llega a un pueblo y hace lo que le da la gana lo más probable es que perdiera su grado y fuera enviado a África. Según cómo estuviera de avanzada la guerra y en según qué lugares no sería raro que los sublevados al tomar un pueblo fueran recibidos como los alemanes en Lituania unos años después (la historia tiene estas cosas, que nos estropea el maniqueísmo). Habría que esperar hasta acabada la guerra para que se instruyese la Causa General (donde la palabra "rebelde" pasó a significar lo contrario de lo que solía. Por cierto, se puede acceder en el Portal de Archivos Españoles a consultar el archivo de víctimas y represaliados de la guerra civil y el franquismo). La represión inmediata tras la guerra fue una actividad fundamentalmente jurídica. El descontrol del país tras la guerra era tal, que el régimen no podía permitirse el lujo de transigir procesos no documentados, investigados e instruídos (la obsesión judicializadora del régimen yo sospecho que se basaba en que no se podría fiar de sus propios nuevos funcionarios, no olvidemos que la mayoría de los nuevos funcionarios eran viejos funcionarios del anterior régimen. También urgía proceder a la normalización del país de ahí que la mayoría  encausados fueran amnistiados).
Por su parte, el freedom fighter idealista que se echa al monte y seduce a jóvenes viúdas, poca ayuda le podía prestar el Pueblo™, que lo más seguro lo conociera de antiguo como un buscador de problemas. Es más, pocas viúdas jóvenes podría seducir porque estaría entrado en años y era cojo (los jóvenes aptos fueron movilizados para la guerra). El freedom fighter que se echa al monte era el mismo fulano conocido años atrás por la aldea que vivía de pequeños hurtos y de alquilar palizas. Durante los años 40, acabada la guerra, el maquis todavía andaba como Paco por su casa en muchas zonas rurales de España (la neutralidad española en la SGM tuvo mucho que ver con la fortaleza del maquis: los agentes aliados que operaban en la Europa ocupada solían salir por la descontrolada España). Esto nos informa que la dictadura en su periodo más autoritario no llegaba a todos los rincones del país. Esos malvados guardias civiles superfascistas apenas los distinguiríamos de campesinos analfabetos si no fuera por los uniformes. A este caldo añádase la apertura de prisiones en la zona del Frente Popular en 1936. Seguro que todos eran superantifascistas, tete. 

¿Estos de qué bando son?

Podríamos seguir con imágenes de la actividad de retaguardia en los dos bandos. Los paseos y las sacas. De las sacas de presos y la actividad de la cheka en el bando del Frente Popular tenemos extensa documentación de los procesos de posguerra, de los paseos del otro bando no tenemos tanta documentación recogida de forma fiable o con valor historiográfico relevante. Pero sin duda en el recuerdo de muchas familias esa memoria perdura y se sigue investigando y debatiendo, que es lo que hacen los historiadores. Es incuestionable que existen fosas comunes donde reposan mezclados o no cadáveres de los dos bandos. Es incuestionable también la legitimidad con la que los familiares quieren dar reposo cristiano a sus parientes. Pero hablaba de la represión de la retaguardia y creo que es importante apuntar el pequeño detalle de que había una guerra. En la retaguardia de los sublevados, jóvenes como Celso Emilio Ferreiro fueron al frente a combatir al Frente Popular y detrás quedaban los inútiles para el combate. Para reforzar la capacidad de carabineros, guardias de asalto y guardias civiles, se aceptó la colaboración de civiles armados (nos llega la imagen de falangistas y carlistas, pero también había señores no afiliados). En Coruña, por ejemplo, se formó la hermandad de Caballeros de La Coruña, cuya apariencia y comportamiento era indistinguible de la de los milicianos del otro bando y por eso se llamaban milicianos también (vemos cómo la palabra "miliciano" también cambió su significado y hoy se atribuye sólo a un bando). El caso es que debido a la edad media de estos inútiles para el combate, la gente les llamaba "mil ancianos". Detalles.
Hay un montón de historias que nos hablan de que durante la guerra la gente que participó en ella no lo tenía tan claro como hoy lo tienen los pipiolos irresponsables o los personajes inventados de Carlos Saura o Ken Loach. Igual que en la Primera Guerra Mundial, hubo momentos de tregua en mitad del combate para recoger muertos e intercambiar suministros. Las fosas comunes con muertos de ambos bandos nos hablan de una represión similar durante la contienda y la importancia que se le dió a la participación extranjera fue similar también en los dos bandos ya que uno siempre está menos dispuesto a disparar a su vecino que a un anónimo extranjero que no sabe qué son los toros ni se le entiende al hablar (hablo de dos bandos por economizar el lenguaje, pero entre el hedillismo, los sucesos de Barcelona y el golpe de Casado, en la guerra civil hubo la tira de bandos, como en todas las guerras modernas, por otra parte).

¡Qué burros: se dice Estadoespañol!

Por cierto, sobre la intervención extranjera a la que unos y otros sacaron tanto jugo conviene recordar las consignas del PCE para defender la independencia de España (el PCE de 1938 hoy sería facha, claro) y lo mal que sentó en el Cuartel General de Franco aquello del general italiano Edmondo Rossi "Arnaldi" que proclamó "la idea fascista trionferá con la nostra inmancabile vittoria su tutta la Spagna". Tras la humillante derrota de los italianos en Guadalajara no sería aventurado suponer que alguno en el Cuartel General de Burgos lo celebrara (acaso con la boca pequeña). Eran otros tiempos, los flipados pipiolos todavía no habían nacido.
Qué desperdicio
En fin, "buenos y malos" es una aproximación inútil en cualquier lectura histórica de un conflicto bélico (otro tema son los címenes que pudieron acompañar a una guerra, ahí sí hay malos). En el caso de nuestra más reciente guerra civil, "buenos y malos" no sólo es una aproximación inútil, sino peligrosa precisamente porque se trata de una guerra civil. Cuando una comunidad corta los lazos que la mantiene unida y sólo puede comunicarse con las armas, el resultado nunca es una victoria, sino una derrota conjunta. Tratar de solucionar los problemas a pistoletazos es ya un fracaso de toda la comunidad. Mitificar el enfrentamiento civil para obtener un efímero rédito político es un acto de irresponsabilidad demencial. Tratar de hacer un cordón sanitario a media España y señalarla con el dedo como causa de todos los males es precisamente lo que llevó a la guerra y luego lo que se instaló en la dictadura. Ahora llega la tropa de Scooby Doo cagándose en estas últimas décadas de España constitucional en las que existe comunicación para conseguir ¿qué? ¿Qué quieren conseguir con un país partido? ¿Qué futuro aguarda a una España incomunicada? Futuro de mierda construyes con eso. El estudio de la historia debe servir para precisamente lo contrario de lo que pretenden los tecnócratas del recuerdo.Vale.
¡Desfiles, juventud uniformada, banderitas, arbitrariedad, emoción, sí se puede!