La conclusión resulta evidente: en ocasiones es conveniente utilizar la tecnología para persuadir, convencer o incluso engañar. El escáner de rayos X debe estar ahí colocado, aunque en realidad no tenga ni rayos J. Pero la gente lo tiene que ver. Es el mismo efecto por el que sacamos el móvil cuando estamos haciendo cola o esperando el autobús: la tecnología tiene que estar ahí, aunque realmente no sirva para nada.
En el entorno empresarial conviene tomar buena nota de esto y no dejar que nuestros clientes piensen que somos unos cutres, que padecemos problemas de seguridad o que no optimizamos nuestros procesos de negocio, aunque sólo se trate de eso: de evitar que lo piensen.www.antonioflores.es