“No hay parejas que no pueda tener hijos,” afirma categóricamente el Dr. Luis Noriega, director del grupo Pranor, especializado en reproducción asistida, en una entrevista realizada por el programa Confirmado. “¿Quisiera preguntarle si estos niños son exactamente normal que un bebé concebido de manera quizá natural?” pregunta la entrevistadora. “Definitivamente 100%” es la respuesta. (1)
Esto fue lo que posiblemente escucharon María Rodríguez y Walter González, quienes acudieron al procedimiento de fertilización asistida en la clínica Concebir, uno de cuyos directivos es el Dr. Noriega. La pareja ha acusado a la clínica de no haberle informado adecuadamente sobre los problemas que pudiera tener el procedimiento, ni haber tomado las medidas necesarias para evitar que una de las niñas producto del proceso de fertilización asistida tenga el Síndrome de Down y males cardíacos congénitos que la expondrán a sufrimientos y a la obligatoriedad de ser atendida de manera permanente.
Por su lado, el Dr. Noriega como portavoz de la clínica ha señalado que “Nosotros sólo fuimos un canal o medio para que se permita que el esperma del varón se junte con el óvulo de la señora y tuvieran embriones” (2), es decir que no tenían ninguna responsabilidad y que por lo tanto el nacimiento de la niña con Síndrome de Down y los otros males es responsabilidad exclusiva de la genética del padre o de la madre.
Este hecho ha generado un debate público en el que intervienen por un lado los que consideran que no es responsabilidad de la clínica y que critican duramente al padre por haber hecho una analogía de la situación de su niña con un producto defectuoso. “Cómo se sentiría si le dieran un producto fallado?” declaró el padre a la prensa, utilizando expresiones propias de un producto de intercambio comercial, que se sustenta en que le habrían ofrecido “los mejores embriones: los más vivos, los más capacitados”. (3)
Por otra parte, están quienes consideran que sí hay responsabilidad de la clínica, porque finalmente estos procesos implican costos onerosos ― quince mil dólares les costó el procedimiento a esta pareja, lujo que no todas las parejas pueden darse ― y por lo tanto deberían tener las mayores garantías, sobre todo por lo que afirma el mismo doctor Noriega que los hijos o hijas que nacen con estos procedimientos son “los más buscados, los más anhelados.” (4)
En realidad, cualquier padre o madre desea que su hijo o hija salga sin ninguna enfermedad o patología que le genere sufrimiento. La diferencia está en que en los procedimientos de este tipo se posiciona una idea de que se puede lograr con el poder de la ciencia que no haya ninguna posibilidad de que el niño o la niña nazca con algún mal. Esto puede deducirse de la misma declaración del Dr. Noriega que, en relación al banco de óvulos, señala que para la donación se privilegian a “mujeres entre 19 y 25 años, mujeres que han sido limpias desde el punto de vista genético, que no tienen consumo de drogas, teóricamente mujeres sanas, con un historial sano y que reúnan las condiciones físicas y raciales de la persona que va a recibir el óvulo.” (5) Como se puede apreciar, no solamente interviene la variable de salud o la posibilidad de gozar de la maternidad, sino que ya se da de hecho una discriminación fenotípica al priorizarse la cercanía física o semejanza a la que será la madre o el padre.
Uno de los puntos de discusión que se han dado en este caso y en otros es lo que pasa con los embriones, señalando los doctores Ricardo Mena e Ivo Vlásica, de Concebir, que nunca hubieran desechado el embrión aunque la pareja ni hubiera querido seguir el tratamiento (6), expresando de esta forma una clara afinidad con los sectores provida. Esta respuesta es un alegato en contra de lo que María Rodríguez señaló en el sentido de que si hubiera sabido que su hija tendría estos problemas ““no la habría tenido”. Una expresión de autonomía termina siendo la representación de la maldad y falta de abnegación que se supone toda madre debe tener en cualquier circunstancia. Termina entonces ella siendo la victimaria.
La posibilidad de acceder a las tecnologías reproductivas generalmente nos remite a recursos económicos, a productos de mercado, lo que queda también reflejado en lo que declara el Dr. Noriega en la entrevista citada en relación al banco de óvulos: “De igual manera existe el banco de esperma, la diferencia es que la mujer siempre es más cara, más difícil de conseguir que el varón.” (7)
Ese es el punto sobre el que quiero llamar la atención, que va más allá de la discusión que se ha planteado en torno a este caso y exige un ordenamiento jurídico más preciso para responder a situaciones como ésta.
En lo que declara el doctor Noriega, se equipara la donación que hace la mujer a la que hace el varón, como si fueran simétricas, salvo el precio claro, sin que se mencione que los procedimientos para la obtención de los óvulos son mucho más complejos. Se silencia el impacto que las intervenciones de este tipo pueden tener para la salud física y mental de la mujer. Algún impacto tiene que tener las intervenciones quirúrgicas que se realizan para recoger uno o varios de los aproximandamente 500 óvulos que producimos en nuestra vida fértil para la realización de estos procedimientos. Estas intervenciones incluyen la inyección de altas dosis de hormonas para las estimulaciones ováricas y obtener la mayor cantidad de óvulos posible, y la aplicación de anestesia local o general para contrarrestar el dolor de la jeringa que perfora la pared de la vagina para recoger los óvulos. Algún impacto debe tener el que se hurgue tan dentro nuestro y se trate nuestros órganos reproductivos como si fueran independientes de nuestro cuerpo y de nuestras emociones. “Órganos sin cuerpos” es la expresión utilizada por Rosi Braidotti (8) al referirse a todo el discurso de las biociencias que “toma al cuerpo como un mosaico de piezas desmontables”.
La maternidad como una posibilidad cada vez con menos límites es fomentada por la biociencia, invisibilizando las consecuencias que puede tener en la salud de las mujeres. "¿Hasta qué edad más o menos a una mujer con toda la tecnología puede ser madre? Hasta los 50 años, señala el Dr. Noriega, acotando que esto es porque no se puede negar la posibilidad a los hijos de contar con su madre a temprana edad. Otra vez lo que les pasa a las mujeres no importa, o se calla, como bien lo dice Carmen Valls al señalar que las terapias hormonales tienen efectos a largo plazo: “¿Recordáis el caso de la anciana de 68 años que tuvo gemelos de forma asistida en 2009? Pues ha muerto de cáncer de ovarios. Es una noticia que se ha silenciado. Se minimizan los efectos secundarios porque contradicen los supuestos beneficios de la farmacología oficial lo que no deja de ser un gran negocio.” (9)
La maternidad implica aspectos fisiológicos y emocionales, que parecen ser muy poco tomados en cuentas en las tecnologías reproductivas, en las que los órganos reproductivos corren el riesgo de ser considerados con vida propia, constituyéndose en el centro de los procesos. El útero se encuentra escindido del cuerpo, intercambiable, como señala Braidotti. ¿Estamos perdiendo el control de nuestros procesos reproductivos? ¿Se están constituyendo nuestros órganos reproductivos en mercancías? ¿Qué impactos tiene el desarrollo de las nuevas tecnologías reproductivas en nuestras vidas, en los derechos ganados? ¿Será necesario crear una ética de los cuerpos como lo propone Purificación Mayobre. (10). Estos son algunos de los aspectos sobre los cuales debemos reflexionar en nuestros países y que estamos dejando de lado, salvo cuando un caso como el que narramos salta a los medios. Luego pasado el momento, vamos a otra cosa mariposa.Por Rosa Montalvo Reinosomadamrosa1@gmail.comNoticias Ser PerúLa Ciudad de las Diosas
Notas:
(1) Entrevista al Dr. Noriega en el programa Confirmado, TV Perú. http://www.youtube.com/watch?v=d45mLrGEVQE&feature=related
(2) “Concebir afirma no tener responsabilidad”, La República, 13 de noviembre del 2010. http://www.larepublica.pe/13-11-2010/concebir-afirma-no-tener-responsabi...
(3) “Padre de bebé in vitro: ¿Cómo se sentiría si le dieran un producto fallado?”, El Comercio, 12 de noviembre del 2010. http://elcomercio.pe/lima/667840/noticia-padre-bebe-in-vitro-como-se-sen...
(4) Entrevista al Dr. Noriega ya citada.
(5) Idem
(6) “Clínica Concebir sobre bebe in vitro: Aquí no se mata a nadie”, El Comercio, 16 de noviembre del 2010. http://elcomercio.pe/lima/669769/noticia-concebir-sobre-bebe-in-vitro-aq...
(7) Entrevista al Dr. Noriega ya citada.
(8) Rosi Braidotti, “Órganos sin cuerpos” en Braidotti, Rosi, Sujetos Nómades, Barcelona, Paidós, 2000.
(9) “Hay estereotipos sexistas: se diagnostica como psicológico lo que es biológico o social”, Entrevista a Carmen Valls-Llobet, Directora del Programa Mujer, Salud y Calidad de Vida del Centro de Análisis y Programas Sanitarios, Diagonal web 2010. http://www.diagonalperiodico.net/Hay-estereotipos-sexistas-se.html
(10) Purificación Mayobre Rodríguez, “¿Tiene género la Biotecnología? A propósito de los discursos de la maternidad en las Nuevas Tecnologías Reproductivas” (N.T.R), http://webs.uvigo.es/pmayobre/textos/varios/tecnologias_genero.doc