Las empresas tecnológicas son los nuevos emperadores globales del Capitalismo del Siglo XXI, dominan el mundo, ponen y quitan gobiernos en muchos países, e influyen bastante en otros poderes que directamente no pueden eliminar. Su poder reside en su potencial económico, pero éste es logrado porque son abrazadas por cientos de millones de personas en todas las partes del globo, la juventud mundial, incluidos los españoles, les aman y reverencian, por lo que son utilizados como sus soldados en los campos de batalla.
Nunca antes tuvieron tanta simpatía popular las marcas punteras, nunca en otras épocas las grandes corporaciones fueron tan respetadas y queridas por los explotados, hace años que los poderosos y millonarios de cualquier tipo son adorados por las clases menos pudientes, sin comparación con épocas anteriores en las que podía encontrar algunos amantes, pero también una mayoría de detractores, indignados y denunciantes entre lo que hoy llaman el pueblo. Los cambios en las grandes compañías en el siglo XXI aúpan a las tecnológicas y desplazan a financieras, energéticas, automovilísticas… y aparece un nuevo aspecto preocupante con el que habrá que contar en este mundo que conforma la nueva normalidad; las antiguas corporaciones líderes, en ningún momento, en ningún país, suscitaron tantas simpatías de los explotados, al contrario, muchos luchaban contra ellas.
No piensen en Amazón y las tecnológicas, solo como ordenadores, invaden todos los sectores como las tiendas de comestibles, de ropa, materiales de construcción, fabricación de automóviles, computación, transporte, logística, publicidad, inteligencia artificial, energéticas, controlan y están haciendo acopio de patentes e investigación de cualquier sector, para usarlas o para taparlas, en biotecnología, robótica, etc. etc. No es coherente estar indignadísimo y amar locamente estas corporaciones, dirigen gran parte de nuestras vidas y son causantes directas de precariedad laboral y paro, de concentración de riqueza y extensión de núcleos de pobreza, causantes de lo peor de la globalización.