Los asaltantes de los parlamentos, los que quisieron robarle su perro guía a un diputado ciego en Barcelona, o los que fueron a la casa del alcalde de Madrid para acosarlo, son el teniente coronel Tejero vestido de civil, y tan irritados como él con la democracia.
La presencia de fusiles es la única diferencia entre el Tejero irritado el 23F de 1981, cuando asaltó el Parlamento español, con los irritados desarmados que tomaron las plazas públicas el 15M de 2011, mezclados entre unos cuantos ingenuos e idealistas.
Un mes después, el 15 de junio, actuaban como matones batasunos persiguiendo a los parlamentarios catalanes y valencianos. Y quizás esto sea sólo el principio.
Los periodistas le preguntaron a José Luís Rodríguez Zapatero si le preocupaban estas acciones y contestó que no.
Una respuesta lógica: llegó al poder en 2004, precisamente, azuzando a la oclocracia más grosera para que hostigara a los políticos del partido rival, incluso a sus familias; como hicieron con el alcalde Gallardón.
“Pásalo”, fue el mensaje de los SMS pidiendo la caza masiva de políticos del PP en jornadas previas a las elecciones y en el día de reflexión.
Una operación diseñada por Alfredo Pérez Rubalcaba, que ahora, como ministro de Interior, permitió, si no dirigió, este movimiento del 15M proyectado nuevamente contra el PP.
Obsérvese que acusa a todos los políticos. Ninguna mención se hace del responsable del desastre español, el gobierno zapaterista, enlodado en oscuras operaciones que llevan a estas tejeradas que nadie sabe cómo acabarán.
Tejeradas que penetran en el entorno de quien las anima: Zapatrero fue tan permisivo con okupas y anarquistas, los más vinculados a las agresiones, que creó personas así en su entorno más cercano.
Y es que quien no sabe gobernar lo próximo, ignora qué hacer con lo ajeno.
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SALAS creó estas tiras hace algún tiempo, pero el cronista las ve útiles en la crónica de hoy. Por ejemplo, numerosos indignados cabriflautas esperan vivir de las ayudas públicas.
Situación presente:
El futuro: un Indignado dentro de unos años, tras haber llegado al poder.