Teju Cole: CIUDAD ABIERTA - PASEOS NOCTURNOS

Publicado el 28 enero 2013 por Francescbon @francescbon
A pesar de la constante invocación a los clásicos, tengo una irreversible tendencia contemporánea. Digo irreversible porque, por mucho que pueda seducirme puntualmente alguna otra lectura, vuelvo a los narradores del día de hoy y ese es mi hogar añorado. Teju Cole es un escritor de origen nigeriano que vive en USA. Ciudad abierta es su estreno en formato largo. Ahí me paro: si hablo de que su forma de narrar es novedosa alguno más bregado me dirá que no lo es. Pero con mi bagaje es lo que creo, no sé si esto es Julius in Wonderland o algún pasaje del Corán o algún itinerario de un mercader por la China de vaya a saber qué dinastía. Sé que no me suena haber leído una novela tan poco novelesca, una colección de capítulos sueltos tan sustentada en un hilo invisible, o lo que sea. Lo que sea quiere decir que, se llame como se llame, como queramos etiquetarlo si ya la cabeza no nos llega a más que el indexado continuo de las cosas, Ciudad abierta es una experiencia como narración. Sí: posiblemente narración sea el término neutro idóneo para su definición. Cole, en la voz bordeando lo metaliterario de Julius, el psiquiatra nigeriano, acaba describiendo muchas más cosas que las inofensivas caminatas por NY y Bruselas de un afroamericano. Las temáticas que surgen van y vienen de la corta distancia sentimental (el anciano homosexual al cual visita de vez en cuando) a las arriesgadas, temerarias teorías de un par de árabes la mar de cultos que atienden un locutorio. Aunque no lo sea en sí mismo, el mundo que recorre Julius es descrito de la forma más razonable, a la vez que cariacontecida. Las cosas que pasan y las opiniones que se intercambian tienen tanto sentido común que su simple suma y superposición nos parece descabellada. Como etapas en un Tour de Francia (ejem, el parque temático del dóping) cada capítulo es una visita a un rincón distinto del universo. Cada  uno de esos paseos contemplativos e introspectivos (aunque los hay con compañía incluida, siempre es Julius quien se mantiene en el centro y vierte sus comentarios) en los que, gracias a las palabras, uno no sabe dónde acabará.Pocas cosas más se le pueden pedir a un libro.