Atención: El siguiente relato está basado en hechos reales y puede herir la sensibilidad del lector.
Lo que es la televisión en verano, y los subproductos con los que te sorprende, y más que nunca en esta época del año, un momento en el que la pérdida de audiencia debido a la competencia de otras propuestas exclusivas de la temporada estival, dan pie a la creación de productos baratos, casposos o sencillamente reposiciones de lo peor del resto del año.
Paso a relatar la experiencia a la que me sumergió ese error que fue encender la televisión durante mis vacaciones, algo que personalmente no le recomiendo hacer a nadie.
Era el verano de 2012 y me encontraba junto a un amigo en el pueblo de Gandía, pasando los típicos días de tranquilidad veraniega en la casa de éste, el húmedo calor de la zona junto a mi rechazo hacia el tipo de salidas nocturnas que ofrece la ciudad me obligaron a buscar una forma de ganar tiempo, que mejor forma para ello que practicar zapping e intentar encontrar algo de entretenimiento que atrajera a mi amigo hacia el ocio casero que puede dar una buena película o alguna de las series del momento con la reposición de sus mejores episodios. Nada más lejos de la realidad, el mando a distancia de la televisión me llevó a tropezar con ese grupo de canales pertenecientes al grupo Mediaset, ahí donde abunda la degeneración humana, empezando por su canal madre Tele 5 de donde logré escapar, para acabar cayendo en ese otro contenedor, ya extinto a día de hoy, conocido como La Siete, ese canal donde la casa emitía lo peor de su programación en modo bucle con el único descanso para la mente de los descansos publicitarios.
Y fue aquí donde tropecé con un curioso programa que me abdujo, llevándome con él a lo más profundo del infierno, quizás fuera su oscura iluminación, el silencio que reinaba en el plató y que conducía a una irresistible tensión o quizá su presentadora, una tal Enma García, conocida por prestarse a presentar cualquier tipo de mierda, el caso es que acabé irresistiblemente prendado durante todas las vacaciones por el conocido como El Juego de tu vida.
¿Y en qué consistía el esquema del programa? Pues en eso, que se encarga de decir su mismo título, en jugar con tu vida y mostrarla a toda España hasta sus últimas consecuencias, el morbo definitivo al servicio de un casting que escogía minuciosamente a los concursantes más mezquinos con los que dar de comer de miseria humana al insaciable telespectador. Yo no podía dar crédito de lo que estaba siendo testigo, la presentadora formulaba una serie de preguntas del tipo sí o no al concursante sentado en el centro del plató, y este iba contestándolas bajo la presión de que “El programa” sabía si lo que respondía era verdad o mentira (supongo que bajo un previo paso por el polígrafo), la particularidad residía en que mientras que las primeras preguntas eran de lo más inocentes, cada determinado número de cuestiones el concursante subía niveles, conllevando con ello el aumento en el compromiso de las preguntas formuladas, uniéndose a todo esto la mirada atenta en el mismo plató de los familiares o amigos más cercanos del concursante y habituales víctimas de las cuestiones comprometidas.
Ejemplos de preguntas que aquí me encontré en primer lugar son bizarradas del tipo “¿Te daba asco que tu padrese aplicara su propio orín como crecepelo en la cabeza?” “¿Has salido alguna vez a la calle con una compresa femenina puesta?”, para acabar los participantes más osados en los niveles superiores con otros ejemplos que sin duda arruinarían su vida como “¿Has desnudado alguna vez a un muerto?”, “¿Has mantenido relaciones sexuales con tu cuñada?” o “¿Le diste de comer a tu suegra excrementos de perro diciendo que eran aceitunas?”, creo que muchos entenderéis como era imposible resistirse a la depravación humana que aquí desfilaba programa tras programa.
¿Y cuál era el premio del concurso? Pues 100.000 jugosos euros para aquel que respondiera sin mentir todas las preguntas formuladas alcanzando para ello el nivel máximo de miseria. De seguro que el concursante se iba sin familia pero como ya se sabe lo más importante es el dinero y esa necesidad se la llevaba bien cubierta. Algunas voces detractoras se alzaron contra el programa, alegando que el mismo era todo un burdo montaje y que los concursantes con toda su prole de familiares no eran más que actores, yo sinceramente concilio mejor el sueño por las noches pensando que todo era cierto.
Y el visionado de dicho programa continúo durante toda la semana de vacaciones, sin faltar día tras días y torturando por ello a mi sufrido amigo que esperaba con mirada estupefacta a que finalizara lo que él consideraba un circo de los horrores. Por fortuna para todos y especialmente para mi salud mental, en cuestión de días Tele 5 canceló tanto el programa como sus reposiciones en La Siete, inexplicablemente debido a sus bajos índices de audiencia, menos mal que quedan para el recuerdo momentos como los que os dejo a continuación.