Teleespañolito

Publicado el 09 octubre 2013 por Jrobertogonzalez

Hace un cuarto de siglo se estilaba en la televisión española, en concreto en TVE, en la sobremesa, programas de entrevistas y tertulias, capitaneados por Jesús Hermida, Andrés Aberasturi, Manuel Hidalgo y tertulianos como Camilo José Cela, Álvaro Pombo o Luis Antonio de Villena entre otros muchos. Hoy día se sigue hablando en esa franja horaria, pero los temas y los protagonistas han cambiado. Aquellos han sido sustituidos por expertos y expertas en el corazón o más bien en el coño porque todo se reduce a quien está con uno o con la otra. Alguien decidió que teníamos que evolucionar desde la formación y el desarrollo intelectual a una peña capaz de hablar con comida en la boca. Y de llorar. Hay unanimidad en considerar que el monopolio de las lágrimas de la tarde en las televisiones españolas pertenecía a la más mediática de la familia Lozano. Pero he visto llorar a Toñi de emoción, la presentadora de un nuevo programa de TVE en la primera, creo que titulado “Entre todos”. El programa conecta con el domicilio de gente necesitada de dinero y los espectadores llaman para hacer la donación. Las personas demandantes de ayuda ponen su rostro, su testimonio, sus lágrimas y la gratitud. En el plató el público se levanta entusiasmado a la voz de Toñi cuando anuncia una llamada, porque siempre la llamada es para algo bueno. Se ponen en pie, aplauden eufóricos y miran al regidor a ver cuando se tienen que sentar. Parecen sacados del programa que Willy le puso a Pepe Benavente: “Quiero ser como Pepe”. Una guagua de la tercera edad de excursión al foro en este caso. La solidaridad está muy bien y crear canales para ello, también. La fórmula televisiva me paree degradante. Seguro que las personas que piden ayuda en el programa cogerían con mucho gusto cada letra que escribo y me la meterían por el culo, pero el fin no justifica los medios. Lo mismo se puede conseguir de otra manera. Lo ideal no es la solidaridad sino la ausencia de necesitados de ayuda. Imposible pero hay que hacer por ello. Me parece despreciable que con la necesidad de las personas y la caridad de otras se juegue al espectáculo televisivo, con afán de audiencia porque es la regla de la que nadie se aparta, como el político que presume y saca pecho por abrir comedores para dar de comer a los escolares porque no tienen comida suficiente en casa. Tendríamos menos necesitados si el gasto público en televisiones y radios fuera racional, asumiendo que funcionan con dinero público y que su fin no es competir con otras televisiones públicas, porque la ineficacia alcanza altas cotas cuando dos televisiones públicas, en este caso la autonómica de Canarias y TVE retransmiten a la vez, cada una con su señal, el mismo acto, la romería de la virgen del Pino, en Gran Canaria, como sucedió este año. Notorio es que el canarión se pone pesadísimo con El Pino y sus fiestas, dando noticias de relleno en ambos entes desde semanas antes, pero no es para tanto el evento. Con que lo retransmita una, es suficiente.

Visto que a los rectores de TVE les mueve la audiencia, se han atrevido estos chicos de Rajoy con un símbolo de la programación televisiva, un programa que bien puede dar contenido a la marca España, con cuarenta años ininterrumpidos en antena el mismo día y a la misma hora, soportando dictadura y democracia, gobiernos de derecha, de izquierda y hasta de centro. Han mandado Informe Semanal a la medianoche porque su audiencia era baja y están ahora contentos porque el programa que ocupa su franja horaria ha mejorado la cuota de pantalla de aquel. El sustituto se llena de voces salidas del pueblo que buscan la fama y gloria sobre los escenarios si a María del Monte, Javier Gurruchaga y a un tercer miembro o “miembra” del jurado les parece bien. Asistimos a como la derecha política derrumba un símbolo de la televisión pública española y del periodismo y la información en estado puro. Que fácil se lo están poniendo al teleespañolito que ve la tele para no pensar.