Llevo varias días sin escribir nada en el blog y no porque no haya habido temas, sino por falta de tiempo. (Tres plenos seguidos en el Parlamento, el día de la República en Eibar y los pormenores electorales me han dejado muy poco tiempo para el blog).
Hoy, que ya ha finalizado el periodo de presentación de candidaturas y que estamos todos y todas un poco más relajados, no puedo dejar de hablar de un tema que me lleva los demonios: Telefónica y sus planes de despedir a más de 5.000 trabajadores al tiempo que reparte millones de euros entre accionistas y directivos.
Ya se que Telefónica, ahora, es una empresa privada, y que por lo tanto, desde el punto de vista de la estricta legalidad puede hacer más o menos lo que quiera, pero me revelo ante la pasividad de PP y PSOE que pueden pasar semanas hablando de cualquier memez, pero no han dicho de este tema ni esta boca es mía.
En primer lugar, hay que recordar que Telefónica, no hace tanto era pública y gozaba de una posición de monopolio, es decir, que no es una empresa de capital privado al uso que parte de cero.
Es más, la red de telefónica, la pagamos entre todos y todas, y se vendió hecha ya.
Esto es importante para quienes pretenden defender estas decisiones escudándose en la libertad de mercado.
Y en segundo lugar, cabe recordar que Zapatero se reunió con Telefónica, para buscar salidas a la crisis, si esta es la salida de Telefónica mal vamos.
No voy a hacer apelaciones al patriotismo ni estupideces del estilo, pero sí creo que las administraciones deben tener la capacidad de castigar a empresas, que repartiendo dividendos, son capaces de anunciar una reducción de plantilla de esta envergadura.
Yo propongo clausulas sociales en los contratos con la administración, si despides teniendo beneficios no contratas con la administración y punto.
Alguien podrá decir que si pierden los contratos públicos despedirán más gente, sin embargo, yo creo que ante el riesgo de perderlos, tal vez se replanteen las cosas.