Cuando hablo de los teléfonos ¿en que piensas? Probablemente se te venga a la mente tu celular. Es más probable aún, que este celular sea relativamente nuevo. En este momento, vivimos en el mundo del consumo, donde cada día surge una innovación o una idea que podría revolucionar a los aparatos con los que vivimos y constantemente están saliendo nuevos equipos que cuentan con estas mejoras “indispensables” para la vida actual.
Creo que llegamos a un punto, donde dependemos en gran medida de estos aparatitos. No podríamos vivir sin ellos, ya que ahora encontramos muchas funciones diferentes (que antes las cumplían otros aparatos) pero que las podemos encontrar integradas en estos pequeños rectángulos y utilizarlos como queramos. Si se me perdiera el celular, no tendría como despertarme por las mañanas, ya que en mi casa dependo exclusivamente del teléfono para esta función. En vez de llevar una agenda a todos lados, incluyo mi día a día en el calendario y así recuerdo todo. Creo que a más de uno nos pasa que dependemos de él. Sin embargo no siempre fue así.
El primer teléfono móvil fue lanzado en 1984 por Motorola, aunque la primer llamada que se conoce por estos medios fue en 1973. La efectuó un directivo de Motorola a su rival de telefonía del momento.
Estos teléfonos, eran enormes y bastante pesados. Se calcula que su peso se encontraba en 1 kilo. Y si actualmente te quejas porque tu batería no dura mucho… la batería de este teléfono duraba en uso 1 hora o alrededor de 8 horas si no se lo usaba. Definitivamente incompatible con nuestra forma de utilizarlos ahora, pero tengamos en cuenta que el único motivo de su creación eran las llamadas.
A partir de ese momento, la telefonía móvil no hizo más que avanzar sumando nuevas tecnologías y posibilidades y adaptando los aparatos al uso diario de cada generación.
Ahora contamos con despertadores, cronómetros, cámaras de fotos, filmadoras y mucho más en un pequeño aparato que se puede poner en un bolsillo. Se podría decir que desde que los crearon, pasamos de los teléfonos gigantes a los más diminutos y ahora cada vez más, buscamos pantallas grandes que nos den esa visión completa de todas nuestras aplicaciones.
Todo esto me fascina. Me encanta haber tenido la posibilidad de ver tantos cambios respectos a los móviles y me sorprende cómo las generaciones actuales dan por hecho todo lo que tienen estos aparatos.
Mi historia con ellos ha sido muy entretenida. Mi primer celular lo tuve a los 16 años, allá por el año 2004, que si bien no parece tanto tiempo, si hacemos la cuenta ya pasaron 14 años. Este celular era un Motorola. Tenía esa pequeña pantalla y solo podía hacer llamadas y mandar mensajes. Claro, que estos mensajes sólo podían ser con la misma compañía de telefonía. Si justo tenías un amigo que era de otra compañía no podías mandarle mensajes.
En ese celular, podía jugar a algún juego. Eran juegos ya instalados, que venían con el celular mismo como “la viborita” o juegos de cartas. Los ringtones de llamadas y mensajes eran un desastre y por supuesto, las pantallas no tenían todos los colores que vemos ahora.
Posteriormente las compañías telefónicas permitieron que los mensajes pudieran ser a cualquier compañía aunque éstos costaban más dinero. Tuvo que pasar más tiempo para que se estabilizaran los precios y todo costara por igual. Sin embargo seguíamos manejandonos con mensajes comunes o (SMS). No fue hasta 2009 que finalmente se fundó whatsapp. Para ese momento, ya los celulares se habían convertido en un cúmulo de posibilidades. Cada uno que salía era más completo que el anterior y brindaba una experiencia mejor al usuario.
Actualmente, hay momentos en que me quejo pensando que mi teléfono no va lo suficientemente rápido o que quizá se trancó en alguna aplicación, pero cuando recuerdo todo el proceso que viví para llegar a la tecnología actual que tengo en mi mano simplemente sonrío. ¡Tenemos literalmente el mundo en nuestras manos!