Todo se olvidó cuando los protagonistas del concierto, la histórica Orquesta Filarmónica de San Petersburgo, dirigida por su titular durante décadas, el grandísimo maestro Yuri Temirkanov, hicieron entrada con una vibrante y velocísima lectura, de trazo vertiginoso, de la obertura de la ópera Ruslán y Ludmila de Mijaíl Glinka, donde se hizo especialmente palpable la brillantez de la sección de cuerdas en el ejercicio virtuosístico.
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