En su Teoría del Inconsciente Colectivo, Carl Gustav Jung sostiene que todas las personas presentan un sustrato común en su estructura psíquica. Distingue en ella distintos arquetipos, que vienen a ser elementos que permiten explicar la generación de imágenes mentales que serían ideadas de forma similar por diferentes personas de culturas muy distantes. Los arquetipos no se desarrollan de forma individual en cada persona, sino que se generan a través de la influencia del contexto sociocultural que envuelve a cada individuo. Estos esquemas de pensamiento se van transmitiendo de generación en generación, dando origen a la creación de arquetipos comunes para todas las personas.Entre esos arquetipos de Jung, nos encontramos con los de PERSONA y SOMBRA. Ambos resultan antagónicos. Mientras que la personas hace referencia a la vertiente inconsciente de uno mismo que se quiere compartir con los demás, la sombra representa la totalidad del inconsciente.
Colérico- personas de voluntad fuerte, que se conducen de forma impulsiva y en las que predomina la bilis amarilla y blanca.Flemático- personas lentas a la hora de tomar cualquier decisión. Apáticas, impasibles, capaces de mantener la sangre fría ante situaciones que demandarían la reacción contraria.Entre los siglos XIX y XX, el fisiólogo ruso Ivan Pavlov vino a completar la tesis de Hipócrates, al enunciar que las características del temperamento tienen su base en el sistema nervioso, en el que encontramos 3 aspectos que juegan un papel determinantes en su naturaleza:La fuerzaEl equilibrioLa velocidad de correlaciónLa combinación de estas 3 características originan los tipos de sistema nervioso que configuran cada temperamento.Así, un sistema nervioso rápido y equilibrado deriva en un temperamento sanguíneo, con alta sensibilidad y una moderada reactividad al medio en el que vive. La persona es extrovertida, activa e intuitiva. Habla antes de pensar y se muestra muy flexible a los cambios de ambiente. Hablaríamos de una persona cálida y vivaz, muy receptiva, movida por los sentimientos más que por la reflexión y muy divertida.Un sistema nervioso lento y equilibrado comportaría un temperamento flemático, con baja sensibilidad y escasa reactividad al medio en el que vive. Se trata de una persona introvertida, poco flexible a los cambios del ambiente, y muy tranquila. Difícilmente pierde los nervios y no se involucra en las actividades de los demás. Estaríamos ante una persona apática, calculadora y analítica, que no muestra sus emociones y no busca precisamente el papel de líder, aunque estaría muy capacitado para serlo. Prefiere ir a su aire y no complicarse la vida más de lo estrictamente necesario.Un sistema nervioso débil daría lugar a un temperamento melancólico, con alta sensibilidad y baja reactividad a los estímulos de su entorno. Persona introvertida, de tendencias perfeccionistas y muy comprometida con las causas que decide defender. Analítica, abnegada y predispuesta a la depresión, resulta difícil de convencer para embarcarse en cualquier proyecto, porque siempre se debatirá entre los pros y los contras y se mostrará incapaz de atreverse a dar el primer paso. Se trata del temperamento más complejo de los cuatro que describió Hipócrates y también el más relacionado con las aptitudes artísticas.Por último, un sistema nervioso fuerte, rápido y desequilibrado desembocaría en un temperamento colérico. Estas personas tienen una alta sensibilidad y una alta reactividad a los estímulos que reciben de su medio. Muestran reacciones rápidas, que pueden llegar a resultar incluso violentas. Extrovertidas, aunque no tanto como las personas de temperamento sanguíneo. Ambiciosas, intolerantes e incapaces de reconocer los propios tropiezos ni de detenerse ante los obstáculos que les separan de las metas que se han fijado. Calurosas, voluntariosas, autosuficientes, independientes y de opiniones firmes. No tienen reparos en tratar de imponer su voluntad sobre los demás, valiéndose de la dominación y la manipulación.Una vez detallados estos cuatro temperamentos, cabe apuntar que cuando hablamos de personas es muy difícil encontrar alguna a la que podamos encasillar en un temperamento determinado, porque los humanos somos demasiado complejos y cualquier desequilibrio de iones en la sopa química que no deja de hervir en nuestro cerebro, podría provocar cambios en nuestra manera de conducirnos. Por este motivo, no faltan investigadores que hablan de un quinto temperamento, al que denominan biotemperamental o naturalista, que iría conformandoal mismo tiempo que crece y se desarrolla la persona en el medio social. Sus características serían la afinidad por sus habilidades y el hecho de compartir sus atributos con los demás. Tampoco faltan quienes abogan por los temperamentos combinados, en los que una misma persona puede tener un temperamento dominante y otro u otros secundarios, dependiendo de cada situación o cada momento.¿En qué se diferencia el temperamento de la personalidad?El temperamento tiene un origen biológico, pues viene condicionado por la herencia genética. Se manifiesta ya en el momento del nacimiento. La forma cómo un recién nacido llora o le cuesta hacerlo, cómo se agarra al pecho de la madre o lo rechaza, cómo se mueve o permanece quieto, cómo reclama sus necesidades más urgentes o parece incapaz de hacerlo. Siempre se ha dicho que una madre puede tener varios hijos y ninguno le resultará igual, porque ya desde el principio será capaz de detectar sus singularidades. Hay niños enérgicos, capaces de imponer su voluntad desde el minuto uno, mientras otros son más sensibles, más conformistas o más dependientes. Esa fuerza o no fuerza sería la expresión de su temperamento, un temperamento que tampoco es lo mismo que el carácter.
Esa personalidad englobaría la persona y la sombra de las que hablaba Jung, lo que mostramos a los otros, pero también lo que nos guardamos por miedo a no ser aceptados o a que nos tilden de anormales, sin querer darnos cuenta de que todos compartimos los mismos miedos y acabamos cometiendo idénticos errores.
Estrella PisaPsicóloga col. 13749
Bibliografía consultada: La Personalidad y sus trastornos. Theodore Millon y George S. Everly, Jr. 1985