Templo, museo y plaza de San Francisco en Quito

Por Verónica Marmolejo

Iglesia de San Francisco desde Casa Gangotena. 


Si bien la Plaza de San Francisco no es la principal de Quito, sí es una de las más famosas y visitadas de la ciudad, porque además de ser espectacular está rodeada por atractivos, casonas y tiendas.
En el Centro Histórico de Quito reina un conjunto compuesto por una plaza, una iglesia y un museo. Imponente en belleza y tamaño, San Francisco es sitio obligado a visitar en el paso por la capital de Ecuador.
Llegué de noche hasta el Hotel Boutique Casa Gangotena y lo primero que vi fue la Plaza de San Francisco con su iglesia espectacularmente iluminada; más allá, las cúpulas de otros templos que sin duda son bellos, pero ningún otro con exteriores como éste.
A la siguiente mañana fue el momento de visitar la Iglesia y Museo de San Francisco, que son parte fundamental de la historia de la ciudad. 

Claustro del convento.

La Plaza de San Francisco fue construido en lo que hace varios siglos fuera un mercado aborigen llamado Tianguez. La iglesia y el monasterio, que datan de 1537, fueron construidos con la llegada de los franciscanos luego de la fundación de la ciudad.
El espacio total que ocupan la iglesia y el monasterio de San Francisco es de tres hectáreas y media, y dentro de su territorio hay 13 claustros, de los cuales los visitantes sólo podemos ver dos; el principal, que es el centro del museo; y uno más pequeño al que no se puede entrar pero se ve por algunos ventanales también desde el museo.
Hoy, el edificio ya no está totalmente ocupado por los franciscanos, pero ellos siguen muy presentes en la iglesia y el museo, el que guarda una valiosa y vasta colección de obras de la Escuela Quiteña, pero en exhibición sólo hay unas 300 piezas.
Mi visita comenzó caminando por la enorme Plaza de San Francisco, luego entré al Museo de San Francisco y desde ahí, por una escalera llegué hasta el coro de la iglesia, donde no se permite tomar fotografías, pero les cuento que tiene un par de órganos alemanes y en el lugar predomina el estilo mudéjar. Los tallados de madera son de un trabajo extremadamente fino. El techo y los muros, con santos, son la parte más sobresaliente del espacio, desde donde se puede apreciar el interior de la iglesia.
Luego fui al museo para admirar las exposiciones, ahí tampoco se permiten las fotografías. Se trata de unas 8 salas, que solían ser salones del monasterio. 
El recorrido lo hice con una guía del museo, quien me explicó sobre las técnicas de la Escuela Quiteña, que mostraba en sus obras tantos rasgos europeos como indígenas; y también me contó sobre la técnica de encarnado, que es la forma en que daban realismo a sus esculturas de madera y un brillo totalmente único, el que lograban gracias a una capa final de con unas mezcla que hacían con vejiga de un cordero y saliva. El brillo que muestran todas esas figuras es realmente especial y nunca antes lo había visto.
El recorrido concluyó con un paseo por el claustro principal y la entrada a la hermosa Iglesia de San Francisco, que en su altar principal muestra a la Virgen de Quito.
Un paseo que se puede hacer en una mañana con toda calma, como un gran preámbulo de lo que Quito ofrece al visitante.