Llegó el invierno, y con el frío, tenemos que dar por inaugurada la temporada de sopas.
Es difícil en Buenos Aires tener que comer de paso, y pensar que podemos arreglarnos con una sopa.
A pesar de que en la mayoría de nuestras casas la sopa es una tradición, esa costumbre no llegó a la calle.
Pero, en una jornada de trámites interminables, me crucé con Toute la soupe, un rincón que ya debería tener sucursales en cada uno de los 100 barrios porteños!
Las ollas de bruja humeantes dejan escapar los aromas de ricas sopas, y cuesta elegir sólo una.
Otro día de paseo, me espera alguna otra variedad... hasta que abran una sucursal más cerca...