En esta vida hay muchas distracciones, tenemos reuniones, prensa, blogs un largo etcétera que sino lo sabemos controlar puede devorar el tiempo disponible que tenemos y acabar con la sensación de que no conseguimos avanzar en nuestros objetivos. Pero hoy no me interesan este tipo de devoradores de recursos, sino los que bajo la apariencia de oportunidad consiguen apartarnos de nuestra misión principal.
En este punto tenemos proyectos que no aportan valor en la ruta que tenemos marcada, clientes que nos roban tiempo y recursos para prepararnos, formación que no mejora nuestra capacidad para llegar nuestra meta. Este tipo de opciones que se nos presentan a diario y con la cual, bajo la presión financiera, nos vemos obligados a decidir si optamos por ir al corto plazo o al largo.
Soy consciente que si nuestro flujo de caja es limitado, aceptar un proyecto que no está alineado con nuestra misión pero aporta liquidez, es muy tentador. Pero tomará recursos que quizás necesitemos para proyectarnos hacia nuestro futuro.
Hemos de tener claro a donde queremos llegar, fijar nuestra mirada, y rechazar todo aquello que no nos ayuda a conseguirlo. Es un esfuerzo duro y constante, porque cuando las cosas van mal dadas, es complicado resistirse a la tentación, pero de no hacerlo, puedes acabar difuminado, sin objetivo, sin liquidez y sin empresa.
Película: Enemy at the Gates
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