Tendencias del tender

Por Siempreenmedio @Siempreblog

Miro el reloj. He tenido que esperar algo más de lo previsto porque el ciclo era más largo, pero creo que ya ha pasado el tiempo marcado. Han sido días de preparativos, de dejarlo todo bien dispuesto para mejorar lo que llevaba toda la vida haciendo. Trucos, disposición, horarios, meteorología... Cuestiones que no me había planteado. Todo tiene su importancia.

El móvil está cargado y la cámara limpia y me he puesto un pantalón con bolsillo para poder cargarlo cómodamente mientras realizo la actividad. He clasificado mejor que nunca la ropa porque la imagen debe quedar perfecta de color, luminosidad, disposición y cualquier otro elemento que pueda hacerla destacar. Es mi entrada en un club de imágenes cuidadas, serenas y muy amigables o, mejor dicho, friendly, que tengo que ir acostumbrándome.

Salgo a la terraza para coger el barreño azul, el de asas, que es más cómodo. Dentro, el otro elemento esencial: pinzas de madera, que las de plástico siempre me han parecido malas y muy contaminantes, manías que tiene una. Voy a la cocina. Allí, detrás de la puerta, están las llaves que me conducen al lugar clave. No me puedo olvidar tampoco de las de la puerta de casa. Las cojo, vuelvo a salir a la terraza y miro al cielo. Parece que es el momento ideal.

Mientras salgo a la escalera para subir, pienso si habrá terminado o no el ciclo. Según el tiempo estipulado, debería ser así. Sería un fastidio que quedaran minutos. Eso es lo que peor llevo, porque nunca sé si quedarme y esperar mirando los edificios de alrededor o bajar para volver a subir. Espero no haber olvidado nada, que en la mayoría de las ocasiones siempre falta algo. Hoy es un día importante. Mudarme de la acción a la conciencia es un gran paso.

Otra vez se resiste la cerradura. Siempre pienso en decírselo a la presidenta de la comunidad, pero me olvido. Por fin consigo abrir la puerta. Entro, me dirijo hacia la minihabitación que me corresponde. La puerta de metal quema porque le ha estado dando el sol. Allí está, la lavadora. El ciclo ha terminado y por fin puedo disponerme a realizar lo que llevo tanto tiempo planeando.

Abro la puerta del electrodoméstico con cuidado y saco la ropa poco a poco para que no toque el suelo. Mis tres cuerdas para tender están mejor que nunca, de ello me he encargado los días anteriores, que no todo los días se hace 'sundrying'. Voy colgando una a una las prendas y las sujeto de forma cuidadosa con las pizas de madera. Es el momento ideal. Ni demasiado sol ni demasiado viento. Creo que nunca lo había hecho tan bien, he pasado al siguiente nivel, que no es lo mismo tender de toda la vida que la nueva tendencia ecofriendly, el sundrying.

Saco el móvil, hago la foto. ¡Qué bonito ha quedado todo! ¡Qué experiencia más satisfactoria! Ya tengo mi próximo foto de IG, esa que le va a dar caché a mi 'feed'. Y no me he olvidado de nada, ni de las llaves para volver a entrar en casa. ¡Qué orgullosos estarían mis abuelos y mis padres!