Emprender de teoría es muy fácil, sin embargo, en la “arena”, ya las cosas se ven desde la perspectiva real con sus aspectos positivos, retadores y con los correspondientes claroscuros.
Partimos de una idea quizás mitificada. Parece que emprender supone hacernos millonarios, sin embargo, la realidad es que de esos casos existen muy poco en todo el mundo. La mayoría de los emprendedores lleva una vida normal fruto de mucho esfuerzo, adaptación, especialización, inversión de tiempo y dificultades de todo tipo. Últimamente, están apareciendo muchos programas en la parrilla televisiva sobre el emprendimiento llevado al extremo de show. Este tipo de programas de entretenimiento hacen daño a la realidad del emprendimiento.
El emprender supone, en primer lugar, disponer de una idea, preferiblemente, que aporte algo nuevo a lo que podamos encontrar ya en el sector donde nos movamos. Supone disponer de un capital que tendremos que invertir y un remanente que nos permita sobrevivir hasta que el proyecto de sus beneficios. Y no nos olvidemos. Conlleva esfuerzo y sacrificios.
Muchos son los que ven en el emprendimiento una salida a sus problemas, como la relación con su jefe, explotación, sueldo bajo… Incluso, también es frecuente encontrarte con la idea de que todas las personas desempleadas deben emprender sí o sí.
Tenemos que partir de la base de que no todo el mundo puede ni vale para emprender un negocio. Muchas personas se dejan llevar por esta fiebre emprendedora y adquieren rápidamente la enfermedad de la ignorancia que les golpea y noquea a la dura realidad. Como ya he mencionado antes, es necesario tener claro que para emprender en cualquier sector es necesario conocer en profundidad ese sector y si no se conoce quizás primero se deba trabajar en él para poder profundizar. Sino tendremos que buscar gente que lo conozca y nos enseñe y asesore. También es importante que el sector o actividad en el que decidimos emprender nos guste, atraiga o parezca interesante porque sino a la mínima dificultad tiraremos la toalla. A pesar de conocer el sector las dificultades y problemáticas siempre surgen. Los dos primeros años del emprendedor son duros para mantenerse a flote y comenzar a tener beneficios. Es decir, esperan muchas horas de trabajo, dormir poco, tener apenas vacaciones, tener que sacrificar muchos aspectos de vuestra vida por vuestro negocio, buscar alternativas constantemente, llegar ajustados muchos meses a pesar de que el negocio pueda funcionar y puedo seguir. Esto no es ser negativo sino realista.
Por supuesto, que todos deseamos el éxito para los emprendedores, sin embargo, muchos que lo intentan fracasan o tienen que cerrar la persiana al poco de comenzar por múltiples motivos. A estos emprendedores no se les llama para que cuenten su experiencia, nos expliquen que fallo, qué errores cometieron, si su idea era buena, si no obtuvieron financiación, se eligieron mal los socios o la forma jurídica, si la zona no fue la mejor, si su plan de negocio está mal planteado, si sus previsiones de ventas estaban infladas, si se apresuraron en exceso, si se dejaron llevar por la desesperación de no tener trabajo, etc.
Está claro que todos deseamos el éxito y nadie quiere fracasar. Fracasar en un primer momento es un gran golpe que duele en el alma y en el orgullo. Sin embargo, después de esta primera fase toca digerirlo y seguir para adelante con la lección aprendida para que no vuelva a ocurrir. Creo que a estos valientes emprendedores que lo intentaron se les debe dar voz y protagonismo. Todos a lo largo de nuestras vidas hemos fracasado en alguna ocasión, es decir, las cosas no han salido como estaban previstas o los resultados no fueron los esperados. Esto no significa que no valgamos o que no seamos validos.
Incluso a los emprendedores que siguen intentándolo a pesar de sus pinchazos o fracasos, se les nombra pero no se profundiza o dice claramente que sus primeros proyectos fueron un fiasco. Parece que sea una deshonra y eso hace un daño inmenso en las generaciones venideras que solo ven en todos los medios “EL ÉXITO” y les hacemos vivir en una burbuja irreal. Las cosas conllevan mucho esfuerzo, ir peldaño a peldaño, bajar para poder subir de nuevo.
Están muy bien iniciativas que han proliferado en los últimos años para fomentar las ideas emprendedoras y que puedan materializar esas ideas en empresas reales que sobrevivan. Me refiero a las incubadoras, sin embargo, ¿Cuántas de las empresas que comienzan allí sobreviven fuera del soporte de las incubadoras? Esas cifras no se dan y por desgracia son menos de las que nos gustarían.
También parece que los emprendedores son las personas encargadas de solucionar las altísimas cifras de desempleo, sin embargo, no podemos negar que los primeros años con conseguir sobrevivir ellos tienen más suficiente. Esto supone que las contrataciones llegarán a medio o largo plazo. Es una inversión que puede ver sus frutos en unos años. Se está metiendo demasiada presión a los emprendedores y eso no les ayuda a seguir avanzando en el anonimato.
A veces nos centramos en exceso en las ideas. Estas pueden ser mejores o peores pero una idea sin materialización se queda en algo que pudo haber sido. Una idea debe pasar por muchas fases, proceso y transformaciones para convertirse en un proyecto emprendedor. Cada vez estoy más convencido que no es necesaria una idea para emprender. Es necesario conocer un proceso, saber hacer las cosas de otra forma, detectar necesidades de las personas no resueltas y tener la forma de darles una salida coherente y profesional. Después es vital la pasión por lo que queremos acometer.
Emprender es una opción más que está ahí y que siempre ha estado y estará. Con sus riesgos como todos los posibles caminos profesionales. La cuestión en cualquier camino escogido es ir paso a paso sin querer correr más de la cuenta. Porque las prisas son malas compañeras de viaje.
De la misma forma, a veces las personas que dan grandes lecciones sobre emprender jamás han emprendido ningún negocio, puesto en marcha un nuevo proceso, sistema de comunicación, empezar algo nuevo de cero en sus compañías. No es que estas personas sea las más adecuadas, sin embargo, tienen muchas lecciones de realidad sobre sus espaldas y muchas veces es lo que necesitan las personas son inquietud emprendedora. Los emprendedores de verdad están hechos de una pasa especial que no todo el mundo tiene. No pasa nada porque no todas las personas no podemos dedicar a lo mismo.
Por supuesto, esto no deja de ser una reflexión en alto con la que muchos no os sentiréis identificados. Lo interesante de estos temas es el debate que se genera y el aprendizaje que proporciona. Me gustaría conocer vuestros fracasos o éxitos emprendedores, vuestras ideas sobre este tema y aquellos que consideréis oportuno apuntar.
¿Tenemos en España una burbuja emprendedora con riesgo de explotar?