Texto y fotos: Cristina Armunia Berges
Amanecía Madrid nublado y bajo una lluvia fina. Decenas de fans de Love of Lesbian esperaban ansiosos a las puertas de la sala La Riviera. No ha sido un concierto más, ha sido un encuentro del grupo con seguidores de toda España que se han animado a tocar con ellos. Y es que de eso precisamente se trataba, de romper la barrera entre el grupo y el público.
La barrera entre público y artistas se desplomó metafóricamente (foto superior), y literalmente cuando estos últimos bajaron del escenario (foto inferior)
“Ha sido la primera vez y te pilla todo con las defensas un poco bajas, evidentemente este ha sido un concierto diferente”, nos ha comentado Julián Saldarriaga, guitarra y voz de LOL.
Alrededor de las doce el grupo ha empezado a tocar. Primero Santi Balmes chivaba los acordes a las decenas de seguidores que se acumulaban ante el escenario y tras esto: “¡Un, dos, un, dos, tres y…!”, a tocar. La gente gritaba, cantaba, tarareaba y tocaba; unos mejor que otros, todo hay que decirlo.
Hemos podido oír más de diez canciones de la banda, pero sin lugar a dudas, cuando ha sonado El Club de Fans de John Boy, la sala se ha venido abajo. La banda, que comenzó cantando en inglés, por cierto, se ha ganado al público a base de música y simpatía. Santi se ha mimetizado con los asistentes durante todo el concierto y ha disfrutado como un niño.
Santi Balmes, emocionado e incrédulo
Hacia la mitad del espectáculo, una decena de seguidores ha subido a tocar al escenario, y hemos podido ver a un vocalista emocionado e incrédulo. Él mismo ha comentado que nunca imaginó que las canciones que hace en su intimidad, que nacen solitarias, hayan sonado tan fuerte esta mañana.
“Desde que se compone una canción, hasta que llegas aquí, pasas de la soledad más absoluta a encontrarte delante de trescientas o cuatrocientas personas tocando y a quinientas más cantando tus temas”, nos ha confesado Jordi Roig, guitarra y teclado de LOL.
Lo más sorprendente de un concierto como este es redescubrir el poder de unión que tiene la música. Hacia la una y media ha terminado el concierto con un final apoteósico, toda la banda se ha marcado una coreografía divertidísima. Ha sido una mañana inolvidable. Por primera vez en la historia de la música española un grupo ha realizado un concierto con tal acompañamiento instrumental: cientos de guitarras, ukeleles, violines, un chelo… y aunque no han llegado a las 1999 guitarras pretendidas, ha sonado como si hubieran estado allí.