Tengo la camisa roja

En estos días hemos asistido a la llegada de la "Marcha Negra", la que unos centenares de mineros organizaron en orígen y desde distintas cuencas de nuestra geografía, haciéndola coincidir en Madrid el pasado martes día 10 de julio, en el seno de una manifestación nocturna que, desde la Ciudad Universitaria, acabó en la sempiterna Pta. del Sol...

Como hijo adoptivo del Principado de Asturias, enamorado de sus rincones y de sus gentes tras mis muchos años de residencia, sentí que existía un motivo más para apoyarles con mi presencia aunque, y dicho sea de paso, el principal motivo fue la necesidad de creer que podrían constituir el detonante definitivo, la levadura necesaria para el definitivo horneado que habría de consolidar e impulsar el descontento popular.Dos cosas fueron las que, de cuantos matices y aspectos se revistió la convocatoria, acabarían llamando con mayor intensidad mi atención: el dilatado apoyo popular con el que contaron, sobre todo desde un determinado sector joven de la población, diferente del que en principio cabría esperar; y la escasa cobertura informativa que recibieron.

Al día siguiente la manifestación que les conduciría por el Paseo de la Castellana y hasta el Ministerio de Comercio, fue multitudinaria y acabó con la carga violenta de unas fuerzas de orden público que parecen regirse por los criterios de agresividad que fueron más propios de tiempos pretéritos y que acabaron con más de 70 heridos...

Tengo la camisa rojade sangre de un compañeroMirad, mirad maruxiña, miradmirad como vengo yo...(ver video)
La minería siempre estuvo revestida de un cierto halo de romanticismo, lo que explica que el amplio apoyo que recibieron esta semana, fue una evidencia más de que al pueblo le mueven más los latidos del corazón. que las contracciones de su estómago.