¿Tengo que abandonar mi relación de pareja?

Por Miriam100890

Si los psicólogos tuviéramos que encontrar una pregunta con la que nos enfrentamos más habitualmente en consulta, muy probablemente esta podría ser la ganadora.

Mi nombre es Alejandro y vengo de Grulla psicología y nutrición para hablarte sobre las relaciones tóxicas de pareja.

Sobre las relaciones tóxicas

Si hay un término que se ha viralizado en los últimos tiempos dentro del campo de la psicología relacional, es el de relaciones tóxicas. Sin embargo, ¿Qué es lo que hace tóxica a una relación?

Generalmente cuando nos referimos a alguien como "tóxico", lo hacemos para hablar de una persona con una forma de ser o un carácter no muy adecuado. Podemos asociarlo con falta de empatía, manipulación u otros.

Cabría pensar que una relación tóxica es aquella donde al menos uno de los dos componentes es alguien tóxico. Es decir, una relación de maltrato psicológico, por ejemplo. Sin embargo, aunque evidentemente el maltrato es de lo más tóxico que hay, yo considero que no todas las relaciones tóxicas están compuestas por personas tóxicas, si no que es la propia relación la que es capaz de sacar lo peor de nosotros mismos.

¿Por qué sucede esto?

Existen cantidad de situaciones que pueden deparar en una situación de este tipo, tenemos que entender que la pareja es un sistema compuesto por dos piezas con historia propia. Dicho de otro modo, las personas arrastramos una biografía y unas vivencias que cuando nos relacionamos, son parte activa también de la relación.

Tal como me han querido, me han rechazo, me han protegido o abandonado, por ejemplo, yo he aprendido a relacionarme con el mundo. Cuando crezco y comienzo a establecer vínculos adultos con otras personas, la mayoría de estos esquemas fundamentales se mantienen.

Una pequeña historia

Pondré un ejemplo: si yo he tenido una historia familiar donde mis padres siempre estaban muy ocupados y no se podía contar con ellos, o incluso cuando lo intentaba, sentía que molestaba, es muy probable que lo que haya aprendido es a sacarme yo mismo castañas del fuego.

Por el contrario, si me he criado en un ambiente familiar donde estaba mal vista la individualidad y lo que se premiaba era que todo lo que se hiciese, fuera a favor del colectivo, seguramente mi forma de entender las relaciones y la convivencia vaya a tener mucho que ver con esto.

Ahora imaginemos que estas dos personas se conocen en un pub. Se ríen juntos, conectan e intercambian los números. Comienzan a chatear y a coquetear. La cosa fluye, se acuestan y tienen un encuentro sexual de lo más gratificante para ambas partes.

Siguen conociéndose, quedando, teniendo relaciones y en general, disfrutando juntos. Tanto es así, que deciden comenzar una relación.

A los 6 meses no se aguantan el uno al otro. Se reprochan mutuamente diferentes aspectos de su relación. Uno le acusa al otro de sentirse fuera de su vida, y el otro al uno, de ser demasiado dependiente. Estos encontronazos cada vez son más frecuentes y las palabras que salen de sus bocas son cada vez más hirientes.

Hay mucho rencor acumulado y ya nadie da su brazo a torcer. Cada uno en su círculo cercano, cuenta la versión que percibe de lo que está sucediendo. Lo que escuchan de boca de los demás, en muchas ocasiones, es que están con alguien "tóxico" y que deberían abandonar la relación.

Las diferentes maneras de amar

Seguro que esta historia que te acabo de contar, la cual ha sido totalmente inventada sobre la marcha, no te haya resultado extraña. Al contrario, seguramente te ha sido fácil imaginártela. A mí me ocurre igual, porque es algo con lo que me encuentro con bastante frecuencia en consulta.

Hay un libro que me gusta mucho, y qué recomiendo bastante a mis pacientes, se llama Maneras de amar. En él, se trata el tema de los diferentes tipos de apego. En función del estilo de relación que hemos tenido con nuestros cuidadores principales (generalmente nuestros padres), se forman lo que en psicología del desarrollo se llaman los diferentes tipos de apego.

El apego adulto, es una memoria del apego infantil donde se graba cantidad de información sobre muchos de los aspectos que hay en las relaciones: la confianza, la intimidad, el cariño, qué esperar sobre el otro o la otra, étc. Dicho de otro modo, se construye una manera de amar.

Una manera de amar incluye expectativas sobre las relaciones y deseos dentro de la misma. Por ejemplo, yo puedo desear tener pareja porque me hace ilusión compartir mi día a día, pero para otra persona puede ser más importante el mero hecho de pasar tiempo juntos haciendo tareas domésticas.

La manera de amar atiende incluso a aspectos como la sexualidad, para algunas personas esta puede ser un plano fundamental, mientras que para otras no tiene porque ser lo primordial dentro de una relación.

Diferencias entre enamoramiento y amor

El enamoramiento no entiende de maneras de amar, quién gobierna aquí es la emoción. Cuando conocemos a alguien no nos paramos a pensar si esta persona encajaría o no conmigo, simplemente, si la cosa va bien y nos sentimos con ganas, continuamos.

Suele decirse que las personas nos destapamos cuando ya nos hemos adentrado dentro de una relación. Es común el pensamiento de que, en esa primera fase de enamoramiento, las personas tratamos de mostrar la mejor parte de nosotros, y que después, es cuando realmente se nos conoce como somos.

Seguro que hay algo de cierto en todo esto, es innegable que en la seducción hay una parte de marketing. Sin embargo, yo creo que también hay una falta de mirada crítica a la hora de elegir pareja. La emoción es necesaria, pero también el juicio.

¿Ha cambiado mi pareja?

Cuando pasamos esa meseta del enamoramiento y comenzamos a ver "cómo es realmente la otra persona", es muy probable que pueda aparecer un sentimiento de estafa, si no se cumple con lo prometido.

Cuando trabajo en consulta con personas que mantienen de forma repetitiva, un patrón de relaciones disfuncionales, les pido que la próxima vez que conozcan a alguien, se informen. Esto puede parecer frío, y lo último que quisiera sería anular la alegría que provoca enamorarse, pero creo que es necesario también hacer un ejercicio de conciencia.

Hay una frase que me gusta mucho que dice: "El éxito de una pareja depende de lo afines que sean sus deseos y expectativas entorno a la relación".

El otro día me fijaba en una pareja que había conocido, llevaban juntos 5 años y nos contaban lo bien que les iba. Su relato me pareció bastante sincero. El caso es que ambos compartían un hobbie en común: el baile.

Lo tenían bastante fácil, cuando llegaba el fin de semana no tenían que discutir por nada, ambos querían ocupar gran parte de su tiempo yendo a bailar. Disfrutaban de haber encontrado a alguien con quien compartir su afición, se retroalimentaban de ello y reinaba el optimismo.

Esto no quiere decir que para tener una "Pareja feliz" todo pase por encontrar un placer conjunto. Lo que quiero ilustrar con ello, es que cuando no coincidimos, comienzan las negociaciones. Si estás se pueden resolver, fantástico.

El problema comienza cuando las posturas están tan alejadas que la negociación se acaba frustrando y entonces, esta se torna en disputa. Dos personas pueden quererse mucho y tener un gran deseo de intentarlo y hacerlo bien, pero si cuentan con maneras de amar muy diferentes, es fácil que aquello acabe de manera tóxica.

¿Las personas podemos cambiar?

Yo sí que creo que las personas podemos cambiar, siempre y cuando haya deseo. Si el cambio viene motivado desde el deber y desde la autodisciplina, va a ser es tan efímero como el consumo de un cigarrillo.

Esto lo veo con frecuencia en terapia de pareja, llegan parejas, en las cuales desde el principio yo me doy cuenta que no comparten apenas nada. Decido actuar como mediador de su negociación. Al comienzo y con muchas ganas, hay un cambio positivo. Los aspectos que se demandan los llevan a cabo y parece que la terapia está siendo un éxito.

Cuando transcurre un tiempo, las viejas inercias vuelven al primer plano.

Conclusiones

Con este artículo lo que he pretendido en parte, es desendemoniar el concepto de persona o relación tóxica. Estoy seguro que hay personas a las que conviene tener cuanto más lejos mejor, sin embargo, muchas otras creo que simplemente sacan lo peor de sí mismas cuando se encuentran en el lugar incorrecto.

Cuando estamos dentro de una relación y sentimos que lo estamos haciendo mal, bien porque no le estamos dando a la otra persona lo que necesita o bien porque nos estamos sintiendo dependientes, esto acaba afectando a nuestra autoestima.

Nos decimos a nosotros mismos que somos malos o desconsiderados, o lo contrario, personas muy demandantes. Durante un curso de formación que hice, recuerdo que el psicólogo formador nos dijo: "Los mejores psicólogos son aquellos que saben elegir a sus pacientes". Él se refería a qué, si eres bueno en algo, vas a tener más éxito si te dedicas a ello que si trabajas con todo el espectro de casos posibles.

Considero que esto es extensible a la pareja, igual que yo puedo decirme a mí mismo que soy mejor o peor terapeuta en función de la impresión que tenga sobre cómo ayudo a mis pacientes, si elegimos bien a nuestras parejas, nos consideraremos aptos para el amor y las relaciones.