Ellos están ahí, te miran sin que te des cuenta. Tu historial de internet les dice mucho de ti. Saben lo que lees, lo que escuchas, lo que sigues, lo que compras y lo que quieres comprar.
Conocen perfectamente lo que te gusta e incluso lo que dices que no te gusta pero miras a escondidas.
Y tú les ayudas. Llevas todo el día contigo un GPS en el bolsillo que va dejando un rastro sutil de información en cada paso que das, en las fotos que compartes, comentarios que haces, aplicaciones que usas, llamadas y mensajes.
Con sólo salir a caminar unas calles, ya quedan imágenes tuyas en cientos de cámaras de seguridad que hay por la ciudad.
Incluso ahora mientras lees este texto. ¿O pensabas que no había nadie mirando a través de la webcam de tu ordenador?
Lo saben absolutamente todo de ti. Te vigilan, te siguen, te observan.
¿Te habías puesto a pensarlo?
Sin embargo, las intenciones de la web no son inocentes, aunque tampoco sean perversas. Y su aviso legal ya nos previenen. Efectivamente, somo observados, y esta página forma parte del ejercito de cotillas digitales:
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¿Paradoja? ¿Serendipia? Algo más sencillo. Una simple campaña publicitaria que se hace eco de un elemento trascendental, paranoico si se quiere, de la sociedad de la información, digno para un guión de intriga de un episodio de Black Mirror. El control al que somos sometidos por parte de empresas, gobiernos y ciberdelincuentes es utilizado por la agencia de publicidad Saatch para introducir su próxima campaña. Campaña que, por otra parte no debió ser nada barata, pero que un error al registrar http://www.teobservan.org y dejar el registro visible en el whois, permitió que el gran público accediera a esta información antes de desvelar al anunciante, que previsiblemente será Toyota (perdón por el spoiler).alfonsovazquez.comciberantropólogo