Me cuesta escribir sobre Teoría de Todo de Paula Lapido. Llevo cinco intentos y no me acaba de gustar nada de lo que digo. He borrado la entrada cuatro veces. No es algo que me suela pasar. Normalmente acabo un libro que me gusta, si no me gusta no lo acabo, y las palabras fluyen a mis dedos con rapidez. Pero con Paula Lapido no, y no porque el libro sea malo, al contrario. He disfrutado sus relatos con deleite. Quizá es que ella lo diga todo en los relatos y poco más hay que añadirse. Es posible que su todo sea eso, todo y haya que leerla para descubrirlo. Les invito a hacerlo y a comentarlo si les apetece. Son relatos dispares, ¿cómo no? aunque en casi todos, salvo el el último, nos encontramos con personajes derrotados. Un profesor de piano que no sabe enfrentar su vida, un niño que sisea notas musicales, Peter Parker ya divorciado y derrotado, voayer de otras vidas, un hombre lobo que no logra el objetivo de ser actor, gentes que se tapan hasta coronilla porque temen a alguien que les robó todo, curry picante que se pega en los dedos que nos enseñan una bomba como si fuese una mujer barbuda, un escritor encerrado en el baño de un bar escribiendo un ensayo sobre el jabón perfumado, una mujer que busca desesperadamente al mendigo que toca Albéniz, a Mòrang como un fantasma, al chico de las galletas y finalmente al envenenador de setas.
Seres derrotados la mayoría, el paso del tiempo como excusa en algunos casos. Contar las historias del qué será. Plantearse que el tiempo acaba con héroes y famosos. Y mirar dentro de nuestro tiempo. También ha pasado y también nos ha derrotado en cierto modo. Quizá no somos famosos ni héroes pero el tiempo pasa y dejamos de tener sueños por cumplir y suponemos que ya tenemos que haberlos cumplido todo. El tiempo nos golpea. Nos hace humanos. ¿Quién puede imaginarse a Spiderman derrotado? Sólo un escritor con su pluma y Paula nos lo enseña como quizá lo fuese ahora. Y es muy interesante ver como ella interpreta en el paso del tiempo, en bastantes relatos, sobre todo el de Parker y el del chico de las galletas. Pero también en otros. El señor Bolsen que ve como, sin el quererlo, cambian sus circunstancias vitales y le obligan a tomar otro camino para seguir haciendo lo mismo. Algunos lo hacen. Algunos no sabemos hacer muchas cosas y ante un cambio intentamos seguir siendo lo mismo, haciendo las mismas cosas.
Son doce relatos que nos permiten mirar en el teatro del mundo, nos convierten en voyeurs de vidas. Se levantan la falda y dejan ver sus interioridades.
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