Autor: Sebastian Fitzek
Género: Novela negra
Editorial: Ediciones B
Páginas: 300
Precio: 8€
Sinopsis:
Ni testigos ni pistas ni cadáver. Josy, la hija de doce años del conocido psiquiatra Viktor Larenz, desaparece en misteriosas circunstancias de la consulta del médico que la trata de una extraña enfermedad. Cuatro años después, Viktor, sumido en una profunda tristeza, se ha retirado a una remota casa en una isla del Mar del Norte.
Allí lo localiza una hermosa desconocida que padece alucinaciones: ve constantemente a una niña pequeña, una niña que padece una extraña enfermedad y que desaparece de la consulta del médico sin dejar rastro. Viktor inicia entonces un tratamiento con la desconocida, pero la terapia se convierte paulatinamente en un dramático interrogatorio… ¿Es posible lo inconcebible?
Opinión de MJ:
Antes de empezar con una reseña que sinceramente dudo que le haga honor a esta gran novela, debo decir que el libro prácticamente lo devoré, en menos de seis horas estaba leído. No pude dejarlo de lado, tenía que saber cómo seguía; y antes de darme cuenta, cómo acababa y por lo tanto cómo había empezado todo.
La historia comienza con nuestro protagonista, justo cuando el reputado psiquiatra Viktor Larenz pierde a su hija al dejarla entrar sola en el consultorio del médico. Él espera, va al baño, y viendo que no sale, pregunta por su hija, pero nadie la ha visto. La recepcionista no sabe de qué habla, ni siquiera figura que tuviera una cita aquel día, el médico no recuerda haber tratado a la niña al menos en un año, y lo peor, la persona a la que dice Viktor que dejó a su hija para que la llevase al médico (recepcionista), nunca trabajó ahí según el médico, es más, no sabe de quién le habla. ¿Quién era esa persona? ¿Por qué se hizo pasar por recepcionista? ¿Por qué se llevó a su hija?
Todas estas preguntas y muchísimas más se las hará durante casi cuatro años. Cuatro años en los que la policía no encuentra ni una sola pista que acerque a Viktor y su mujer a su hija. Durante ese tiempo el protagonista quedará sumido en una gran tristeza, abandonando su trabajo y ahogando sus penas en alcohol hasta que accede a una entrevista.
Esta entrevista será el pistoletazo de salida para todo lo que ocurre. Por ella Viktor se va a una casa que tiene en una isla remota, casi totalmente aislada, donde es encontrado por una misteriosa mujer llamada Anna. Ella parece saber muchas cosas de él pero Viktor no la conoce de nada. Quiere que la trate como psiquiatra que es aunque esté retirado, y a base de intrigas, de dejar frases a medias y dejar ver que puede saber algo acerca del paradero de su hija desconocida... No puede resistirse, jugará a su juego si de esa manera logra saber algo y por fin conocer la verdad sobre lo ocurrido años atrás.
Los misterios no hacen más que aparecer sin que los anteriores se hayan resuelto. Todo se hace más grande a medida que se avanza en la lectura, todo y nada tiene relación, a cada capítulo tienes nuevas teorías (pausibles y descabelladas), incluso hay varios momentos en el que sientes pura desesperación por lo críptica que puede ser Anna, ya que si no sabes exactamente a lo que se refiere, no haces más que darle vueltas a la cabeza e imaginar mil escenarios, igual que Viktor.
La lectura de esta novela es absorbente, de las más absorbentes que puedas encontrar. El autor empieza la obra con un escenario que poco a poco se va oscureciendo, haciéndose más opresor con cada capítulo, consiguiendo que estés paranoico y veas cosas donde no las hay, busques pistas donde jamás podrían encontrarse.
Te metes de lleno en la historia, tanto que de tanto buscar, de esa desesperación por saber qué narices pasa (porque os aseguro que no lo sabes hasta que llegas al final y el autor te lo muestra), tu mente hace exactamente lo mismo que la del psiquiatra, justamente aquello que el autor busca: Que tu mente vea/entienda cosas según lo necesita pero no lo que realmente es. Todos sabemos que aunque varias leamos el mismo libro, cada una lo entenderá de una manera, le gustará de diferente forma, etc.; pues bien, Sebastian Fitzek juega con ello, juega con nuestra mente, con los sentimientos que despierta su obra en nosotros y nos deja a punto de caramelo para pedir cita con un psiquiatra de verdad.
Uno de los puntos a favor de este libro es que no le sobra página alguna, tiene las justas para no aburrir en ningún momento al lector; y encima sus capítulo son cortísimos y van directos al grano, el más largo tiene seis páginas, y siempre, y cuando digo siempre me refiero a siempre, te deja con ganas de más, de mucho más. Sabéis el famoso método de cliffhanger en series para ir como locos a por el siguiente, ¿verdad? Pues el autor lo hace casi constantemente a lo largo de la obra. No hay ser vivo que pueda dejarlo de lado.
Mentiras de personas cercanas, mentiras propias que terminas creyendo porque no puedes soportar la verdad, traiciones, delirios, dolor... Todo tiene cabida en estas páginas y todo va en crescendo hasta ese gran final. El autor juega con el lector desde el mismísimo principio gracias a una historia entretejida y contada de manera tan magistral, y esto es para aplaudirle y caer rendido a sus pies.
Para los amantes de cierta película de Martin Scorsese y varias de Christopher Nolan, con sus mentiras al espectador/lector, esos giros argumentales, esas cosas que creías verdades pero que luego eran un espejismo, y en definitiva, a toda aquella persona a la que le guste leer un libro en el que no sepas la verdad hasta la penúltima página, la lectura de este libro es indispensable.
Rewind y Eneri, hacedme caso por una vez en vuestras vidas y haceros con este libro.
Puntuación: