Terapia personal de una mujer

Publicado el 23 noviembre 2022 por Elvientononosllevo

 

Me ha costado mucho escribir este post, he hecho antes los siete siguientes y he dejado este para el final.  Ya no tengo excusa.

El caso es, que este tema fue el motivo por el que pensé en volver a escribir un blog.  Juré que no lo volvería hacer y no he cumplido mi promesa. No estoy en buen estado de salud en estos momentos, tengo una “cruz” muy grande encima, siempre está ahí.  Paso temporadas muy buenas y otras desastrosas. Alguien muy famoso hoy en día, tiene “un ser” yo tengo “una mala bestia”. 

VIOLENCIA DE GÉNERO

Las mujeres que sufrimos, digo bien sufrimos, porque mientras uno de los dos vive sigue existiendo esa tortura. Nosotras, las mujeres maltratadas nos reconocemos  en la mirada, en la  respiración ansiosa, la forma de movernos lentamente, esos olvidos que tu cerebro esconde…  Tanto ellos como nosotras, cumplimos unos patrones que se repiten. 


Día de la boda primer aviso.


Estoy hablando de violencia de género. En mi caso fue en gran medida, psicológica, verbal y económica. En menor, física y sexual.

Enero de 1990.  Yo siempre he sido muy despistada en las relaciones con los hombres, nunca me he dado cuenta de los chicos a los que  gustaba.  Puede ser porque no buscaba, me dejaba encontrar.  En ese tiempo tenía dos pretendientes. Uno se me declaró, ahora mi ex y el otro lo descubrí con los años. 


Primeras discusiones


En octubre del mismo año, salí por primera vez con el que sería mi marido. Eran las fiestas del Pilar, había mucha animación y salimos a tomar algo. En medio de nuestra conversación, me pide que me case con él.  Yo no supe reaccionar, como iba a esperar eso.  Siempre digo que me hizo una declaración de película, pero de una película concreta que es Átame de Pedro Almodóvar.

Lo que me dijo exactamente fue: “Tengo 23 años, estoy solo, no tengo padre ni madre.  Trabajo desde que nací. Ahora gano 130.000 ptas.  No es mucho, pero conmigo no te va a faltar de nada y soy muy bueno”.  No se que cara me vio. Yo no dije nada, pero él se sintió mal, se apartó y se puso a llorar. Me acerqué y le pregunté  por qué lloraba. Pensó  que me estaba riendo de él. Cuando se levantó para marcharse le expliqué que para nada me estaba riendo, simplemente me había sorprendido. Una decisión así no se tomaba en un segundo.  Primero  necesitaba conocerlo, tomarme mi tiempo y hablar muchas cosas.  Se estropeó la salida, no se lo tomó bien.  Volvimos pronto a casa.

Los dos  nacimos en la década de los sesenta, pero él parece  de los años treinta.  Enseguida quiso hablar con mi padre y pedirle permiso para salir conmigo. ¡En 1990!.  Mi padre sorprendido  le dijo que no, en parte por lo antiguo de la petición y en especial porque lo caló desde el primer instante. Mi ex no se lo perdonó nunca.


Yo "debía" ocuparme de mi marido e hijos.

Se marchó contrariado y por su mirada debería haber intuido ese lado oscuro, por desgracia no lo hice. La conversación con mi padre fue breve sus palabras fueron: “Tú mereces algo mejor”.  Le conté que estaba solo, casi analfabeto y un desgraciado, había algo en él que me suscitaba una gran ternura. Después de verlo en una fotografía de la  comunión comprendí que no tenía a nadie que lo quisiera después de morir su madre. La profunda tristeza en su cara me conmovió.  Dale una oportunidad. 

Durante los seis años de noviazgo  conmigo no se portó mal.  En dos ocasiones diferentes personas me advirtieron  sobre las borracheras y juergas que se montaba.   Desde el momento que yo me entero, le pregunto.  El  lo niega, dice que “la gente es muy mala y envidiosa”. Conmigo bebía alguna cerveza, nada más y yo lo creo. Los problemas que él tenía eran con su familia.  Tenía dos hermanas, pero no se hablaba con ninguna.  Al morir su padre, tuvieron problemas con la herencia.  Siempre las culpaba de todo. Continuamente me taladraba la cabeza con sus problemas familiares. Ahora me doy cuenta de que los culpables no eran los demás pero en esos momentos me creí todo lo que decía, compadeciéndolo de nuevo.    Y esos problemas si repercutían en la relación. Se alteraba mucho, no conmigo pero si rompía cosas y golpeaba muebles.  Lloraba, no paraba de repetir: “no hay derecho a todo lo que me han hecho”.  Se dirigía a ellas como “las víboras” “que son peor que el veneno”. Yo le ayudé en todo lo que pude.  Todo el tema legal y con los abogados.


En casa el mayor piropo hacia mí era "eres una inútil". Fuera de casa hablaba muy bien de mí.
Decía "mi mujer sabe".

Trabajaba en la construcción y en la crisis de 1994 se quedó sin trabajo, tuvo que dejar su piso de alquiler, irse a su pueblo.  Lo pasó fatal.  Durante un año no trabajó, encontró una obra y para que pudiese ahorrar algo de dinero le dije que  viniera a casa.  Mi familia siempre lo ha tratado muy bien, cosa que no reconocerá nunca.  De mi casa salimos los dos para casarnos.

Hicimos una boda sencilla. Fui yo quien se encargó de organizarlo todo, él se desvinculó por completo.  Estaba preocupada porque su familia no iba a asistir.  Se negó a invitar a sus hermanas y familia más cercana. Si invitó algunos primos de su madre y mayoritariamente amigos de borrachera. Ese día pasaron tres cosas que tendrían gran importancia para mi de ahí en adelante.

Yo no era partidaria de casarme por la iglesia, no era necesario pero se empeñó y así lo hicimos. Una vez terminada la ceremonia, se acerca a mi oído y me dice: “Ahora ya no te escapas”.  Me hizo gracia en ese momento.  Se lo conté a mi madre y nos reímos y dijimos “Que tonto”.

Todos mis amigos y familia me habían dado ya sus regalos por anticipado. El seguía con sus tradiciones que eran recibir los regalos en la mesa de los novios. Yo no me fiaba de que eso sucediera y en casa le di ya un dinero, que rechazó pero al final aceptó. Pues bien, a la hora de pagar su parte del banquete como no le habían dado dinero, no pudo hacerlo efectivo. Fue mi padre quien lo pagó.

Por último,  reconozco que es un día para celebrar, pero…. Se emborrachó de tal manera, que casi no pude ayudarle a entrar en casa. Nuestra vivienda era un dúplex en alquiler y fue horroroso poder llegar a la planta de arriba. Apestaba a alcohol,  al día siguiente todavía seguía ese olor.  Una de las noches más tristes de mi vida.

Dos días después nos fuimos de viaje de novios. Ahí comenzó mi infierno.


Violencia de Género



Imágenes Norman Rockwell y Archivo de Google