La terapia con LEGO® fue creada hace más de una década por Daniel Le Goff, en EEUU e investigada posteriormente (2008) en Reino Unido por Gina Gómez de la Cuesta, Simon Baron Cohen y colegas en la Universidad de Cambridge. Ambos estudios ponen de manifiesto que la utilización de LEGO® "aumenta el contacto social y la duración de la interacción social en niños con Autismo". Además de desarrollar habilidades sociales, se ven beneficiadas la atención, la colaboración, el respeto por los turnos, el lenguaje pre-verbal y verbal, la resolución de problemas...
Y, ¿en qué consiste la terapia?
* 1 sesión semanal de 45 minutos.
* Introducción de unos 5 minutos (esto es relativo, obviamente), en la que los niños se presentan, se saludan y se explican las reglas del juego, muy importantes a respetar:
- El objetivo es construir cosas juntosLas normas establecen equipos de dos o tres que desempeñarán los siguientes roles:
- Si alguien lo destruye debe arreglarlo y pedir ayuda para ello.
- Si alguien está utilizando una pieza necesaria no se la podemos quitar. Hay que preguntar primero o bien esperar.
- Mantener los pies y las manos cerca de uno mismo
- Hablar sin gritar, en un tono moderado.
- No meterse piezas en la boca.
- Ser educados.
- Ser limpios, ordenar y recoger.
- Un ingeniero: Da la descripción de las piezas necesarias y las instrucciones para ensamblarlas.
- Un constructor: Sigue las instrucciones con el fin de crear.
- Un proveedor: Tiene las piezas y suministra al ingeniero las requeridas.
Los roles se van intercambiando y siempre hay que respetarlos.
El papel del adulto es meramente mediador. Imaginad la cantidad de situaciones que pueden darse a nivel emocional, y será el encargado de facilitar las interacciones positivas, las posibles soluciones a problemas, apoyar cuando sea necesario y tratar de mantener al grupo focalizado en su trabajo.
Al final del juego se reunen para discutir, compartir opiniones, sus creaciones...
Estas actividades realizadas en el ámbito escolar generan como he comentado múltiples beneficios especialmente si hablamos de inclusión:
- Interaccionan con otros compañeros.
- La discapacidad se diluye, pierde importancia ante una tarea cuyo proceso y producto final es lo que realmente importa.
- Se lleva a cabo juego cooperativo.
- Se puede extrapolar a otros entornos.
- Mejoran la capacidad de comunicación.
- Proporciona apoyo emocional y social a los padres al estar en contacto con otros familiares con condiciones similares.
- Los hermanos también encuentran un momento de ocio inclusivo y de apoyo.
- Genera éxito que se traduce en reforzamiento positivo.
- Se trabaja la aceptación, que, al final, es lo realmente especial de este proyecto. Y es lo que los padres reclaman y lo que a los padres emociona.
Uno de los factores que motivan a la mayoría de padres con niños en estas terapias es el hecho de que existen resultados visibles, se da el éxito, directamente relacionados con la finalidad del juego y la imagen mental a conseguir. Es un desarrollo sistemático, secuencial y ahí puede residir el atractivo para muchos de los niños TEA, aunque no olvidemos que no hay dos niños con características iguales. Las diferencias individuales hay que tomarlas en consideración siempre.
En definitiva, una forma más de trabajar con nuestros pequeños, alejándonos de los programas de estimulación tradicionales que en ocasiones pueden resultar monótonos.