Había una vez una vaca en la orilla del río Chama que era muy viejita y sorda de una oreja. Pero, a pesar de ser tan viejita, un día decidió ir a la escuela porque quería jugar, aprender, divertirse con todos. Se puso sus mejores tacones, un lindo vestido y su cartera de flores. Al llegar a la escuela la maestra no lo podía creer y le dijo:
Maestra: Vaca, estás equivocada; acá vienen los niños a estudiar.
La Vaca Teresa: ¿Yo no puedo estudiar? ¿Por qué?
Narrador: La Vaca Teresa entro al salón miró a su alrededor saludó a sus compañeros y se sentó en su pupitre; los niños la recibieron con burlas y risas. El acontecimiento se conoció rápidamente en el pueblo y todos querían ir a ver a la Vaca Teresa en la escuela. Los niños seguían burlándose, mientras la vaca Teresa, en una esquina, estudiaba tranquila. Una mañana la maestra les hizo un examen por sorpresa y, adivinen amiguitos quién fue la única que aprobó el examen. Sí, fue la vaca Teresa, la única que lo aprobó.
La maestra muy enojada les dijo:
Maestra: Por no compartir sus juegos y trabajar con su nueva compañera, la vaca Teresa, perdieron el tiempo burlándose y no aprendieron nada. Todos tenemos derecho a jugar y a estudiar juntos: debemos compartir y ayudarnos los unos a los otros porque, aunque somos diferentes, todos queremos sentirnos felices juntos.
Narrador: La maestra decidió hacer un examen de reparación y la vaca Teresa les dio una gran lección; se sentó con todos para ayudarles a estudiar la lección y así todos aprendieron la tarea y, lo más importante, aprendieron que si todos nos ayudamos, podemos lograr lo que queremos.
-. Y ustedes ¿Qué harían?
-. Nos vemos luego niños, jueguen y diviértanse todos juntos.