Aún resuenan las risas entre esos muros rodenos. Aún resuena la música y el choque de los hierros. Hace nada que hemos dejado a nuestro querido castillo y ya se le echa de menos.Nos hemos dado la correspondiente paliza de sacar todo el material de su interior y cargarlo en los coches que esperaban pacientes en el parking, al final de la rampa de acceso a la puerta, y cansados, extenuados, sudorosos y hasta con calambres en las piernas, pensamos que ha merecido la pena.Ha sido el décimo año, la X Edición del encuentro de Recreación Histórica Medieval del Castillo de Peracense, un nombre, un título muy largo, para lo rápido que al final se pasa. Mi hijo mayor me instaba a llegar el año que viene, antes, o el miércoles, o el jueves, llegar el viernes al final se le ha hecho poco, como a muchos.Diez años de esfuerzo, de ilusión y de recreación, cómo no.
Cada verano, y ya han sido diez, este castillo rodeno, vuelve a la vida, sus muros palpitan con nuestro aliento y nuestras palabras. La historia resurge y hace vibrar a todos los que asisten a esta recreación, a este recuerdo, a esta resurrección.
Damos vida a las piedras, sentido a nuestro presente y palabra a nuestro pasado. Somos testigos y memoria. Entre todos creamos una energía que nos traslada a un siglo XIII aragonés, para que no se olvide, que sepamos lo que fuimos, lo que somos y lo que seremos. Damos contenido al patrimonio arquitectónico, generamos interés, visitas, curiosidad.
Las fotos son de nuestro compañero Iñigo de Mendoza. (Iñaki)