Por John Dunn Insúa | @Ladrillazo | dunnarq@gmail.com
(Publicado originalmente en diario El Universo, Guayaquil, el 20 de julio de 2017)
Términus es un planeta ficticio de la saga de la Fundación (foto tomada de: Wiki Asimov, http://es.asimov.wikia.com/wiki/Archivo:Terminus.jpg)
Sin duda, Isaac Asimov fue uno de los escritores más prolijos del siglo pasado, tanto en el ejercicio de la divulgación científica académica como en el desarrollo literario de la ciencia-ficción. En este segundo ámbito, la más reconocida de sus obras está compuesta por tres libros, conocidos como la Trilogía de las fundaciones. En ellos, Asimov estudia la caída del Imperio romano y el resurgimiento del conocimiento, luego de la Edad Media, a través de un supuesto Imperio galáctico. Roma –representada en esta historia en un ficticio Trantor– se encuentra al borde del colapso social de su civilización. En la periferia de este imperio se establece una comunidad de científicos, en un lugar llamado Términus, que buscan afanosamente realizar una enciclopedia científica que contenga todo el conocimiento de la humanidad. No creo que exista un acuerdo de consenso sobre cuál es el equivalente histórico de Términus. Muchos son los posibles candidatos: Londinium, Barcino, Lutecia, Constantinopla… Existen muchas posibles ciudades originalmente romanas que posteriormente sirvieron para el surgimiento de una nueva civilización.
Lo cierto es que Asimov da en el clavo en lo que respecta a establecer un patrón cíclico de apogeo y decadencia en nuestras civilizaciones. Una vez que se establece una estructura social y política en una región determinada, esta suele mantenerse sustentada en un centro de gravedad política y económica. Cuando esta estructura colapsa, uno de sus puntos periféricos –el menos afectado por tal colapso– se desarrolla y comienza a implementar su propia estructura.
La semana pasada se dio clausura al Taller Internacional de Arquitectura Galápagos 2017. Este taller se ha realizado por quinta ocasión, de manera consecutiva, desde el 2013. El taller es organizado por el Colegio de Arquitectura y Diseño Interior de la Universidad San Francisco de Quito, en colaboración con la Universidad de Melbourne, Australia. Se contó en esta ocasión con la presencia de profesores de Holanda, Australia, España y Ecuador. En total, el taller lleva cinco años explorando los conflictos que se dan entre el desarrollo de las comunidades del archipiélago y la preservación de los frágiles y diversos ecosistemas de la región Insular.
A pesar de los cuatro años que he podido ser parte de estos talleres, las islas Galápagos no dejan de sorprenderme. Siempre hay algo nuevo que aprender en ellas. Creo que el escenario ideal para ellas sería incentivar el turismo científico; que es el turismo menos depredador y más amigable que puede haber en este tipo de entornos. El potencial de las islas está en ser algo más que una cantera de investigaciones científicas. Las Galápagos podrían ser un punto de intercambio de conocimiento, que establezca con el tiempo la presencia permanente de una diversa comunidad científica. No creo que en ellas pudiera darse lo ocurrido en el Términus de Asimov, pero sí veo en tal escenario la posibilidad de un desarrollo basado en alternativas nuevas y efectivas para un mejor manejo de recursos.
El turismo no es necesariamente el único camino para las Galápagos. La ciencia las catapultó al mundo. Quizá sea la ciencia la que les permita sustentarse de manera autónoma. (O)