Esta vez los teros se exhiben haciendo carreras grupales u n poco sincronizadas, agachando a su vez en ocasiones la cabeza, sacando pecho y batiendo alas e incluso hacer vuelos y amenazar a otros congéneres.
Algunos sin embargo permanecían quietos observando el movimiento de las persona su otros animales, emitiendo su característico grito "teru-teru" y caminando en alguna dirección tratando de llamar la atención, fuerte evidencia de que hay huevos o pichones. Otros incluso se echan tratando de hacer creer a un potencial depredador que allí está su nidada, siendo que en verdad está en otra dirección y a larga distancia.
Los pichones por instinto y por advertencia sonora de sus padres corren en ciertas direcciones o se agachan y tratan de mimetizarse entre el pasto, que cuando son muy pequeños con solo unos pocos centímetros les bastan para ocultarse. Estos pichones tenían muy pocos días de nacidos.
El pasto estaba amarillo por las heladas y casi seguramente por algún herbicida, lo que los hacía destacar mejor a la vista.