Puede Elodio visualizar e intuye que aquel cuerpo colgado boca abajo y sangrando es el de su hijo.
Pudo llegar hasta ese infinito, por los fulgores codificados del Sello del Universo; pergamino entregado por el Anciano antes de su viaje a la busqueda de su hijo.
Siente en sus entrañas, los mismos dolores del momento del parto , bajo las aguas en Venecia.
El dolor acelera su pulso y ensancha los suspiros que ahora está ahogando el grito; sabe que debe controlar el impulso pero no su instinto.
Oícaro bajo los consejos de Rakabrül, coloca una Copa de Cristal bajo el cuerpo de Kümarag y allí se están vertiendo gota a gota, el líquido sagrado de su cuerpo torturado.
No cuenta el tiempo aqui, porque todo es instantaneo sin los efectos de la nada.
El Cosmos revela ahora varios colores que enfurecen la perfecta organización.
Oícaro asombrado destila temor y su aguijon sale a la superficie de su máscara.
Avanza decidida a recuperar a su hijo. Nada ni nadie podrá cruzarse en su camino.
El sudor empapa su sedosa piel ahora cubierta de metales. Sus hombros, pequeñas manzanas perfectas, son ahora descomunales formas amenazadoras.
Verla sufrir por el momento es su gran goce, pero en instantes se tornara contra el.
Rakabrül, sabe que la sangre en una copa de cristal se refleja hacia todas las distancias del Universo, porque su intencion de engañar a Oícaro es para salir de su presidio que es el casco donde lo tiene preso Oícaro desde el dia que le quitó la libertad y el cuerpo y lo degolló. En su juramento está que esa pieza no tendria jamas libertad. También se equivoca Oícaro, presa su alma siempre de decisiones que solo tienen fundamento en la parte más servil del espiritu y es claudicar ante los vicios.
Ella se acerca a su hijo y comienza a hablarle acercandose a su rostro al que besa con profundo amor.
Oícaro no comprende porque ella no pierde fuerzas al ver la sangre de su hijo a sus pies. Rakabrül le había confiado con certeza la actitud de que toda madre debilita sus fuerzas e instinto al ver sangre de su propia sangre.
Sin el casco y acariciando el rostro de su hijo no puede su ser aceptar la muerte de su carne.
Corta con su Blástula,las sogas de las manos y pies, amarrados con tanta crueldad que sus manos y tobillos está su piel cortada con profundidad, casi llegando al hueso.
Kümarag tiene los ojos cerrados, pero en un instante los abre intuyendo la presencia de su amada madre y le dice casi sin fuerzas.- madre, mi sangre es para salvar , no es la muerte quien se apodera de mi, sino la eterna vida...
Pero Elodio está decidida que va a luchar por la vida de su hijo y lo descuelga de tan penosa tortura.
Al caer su cuerpo sobre la cubierta del galeón, se destruye el cristal de la copa y va cubriendo la sangre las maderas de la cubierta.
Elodio toma a su hijo entre sus brazos y lo tiene apretado contra su pecho. Ella ya no tiene la coraza.
Las dimensiones son capaces de sacar o colocar implementos según el pensamiento o actitud .
Le da calor al cuerpo frio de su hijo y acaricia sus cabellos ensangrentados; toma sus manos y las limpia con su ropaje.
La sangre continua ahora vibrando sonidos y el color rojo domina los cielos e infinitos. La tripulación observa y teme. Con el rostro impávido , Oícaro no tiene palabras pero conserva su sentimiento de venganza hacia Elodio.
Elodio, va limpiando a su hijo lentamente, hasta dejarlo sin sangre. De sus labios le da de tomar agua en los labios y Kümarag, retorna a la vida.
Ella lo toma en sus brazos y a pesar de su pequeño cuerpo , puede levantarlo como cuando era un niño y lo deposita entre lo más cómodo que encuentra, una pila de sogas del velámen y le dice a los oídos.- solo unos instantes y no te abandonaré jamás.
Y levantandose a la luz rojiza que domina el espectáculo se avalancha sobre Oícaro que ante tanta inmensa fuerza , percibe que Rakabrül lo ha traicionado pero no tiene tiempo para dar escarmientos y viendo que Elodio empuña su espada con firmeza, y en un espectacular salto están frente uno al otro.
Elodio encuentra impetuosas fuerzas en el fulgor rojizo y por el contrario Oícaro siente temblores y ahora comienza a tener temor. Eso lo invade, porque presiente la muerte, la fuerza de Elodio frente a el y a pesar de su casco, la mirada de ella es fuego.
El retrocede porque el miedo a la muerte es tán poderoso que con ese temblor no puede levantar su espada y dar batalla a Elodio que se avalancha y con certera estocada lo tiene con la espada en el corazón que va hundiendo lentamente.
Oícaro ante la decisión de ella y el temor que lo domina, pierde valor y arrodillando su cuerpo, inclina la cabeza para pedir perdón.
Ella en una grandiosa postura de cuerpo y espada le dice con estas palabras.- tu vida la decide mi hijo, el Rey de los Océanos.
Sin embargo la Blástula de Elodio, ha dejado una profunda herida en el pecho de Oícaro que ahora se e desangra y la tripulación teme ahora quedar sin líder, al verlo sin fuerzas. Nadie toma la decisión de dar ayuda a Oícaro y lo dejan al costado mientras un barullo de pensamientos invaden sus seres ahora debilitados y ante una escena no prevista.
Elodio se retira dejando el cuerpo de su enemigo y va donde el cuerpo de su amado hijo se encuentra.
Se arrodilla y besa su frente y le pregunta.- que decides amado ser de mis entrañas, perdono la vida de ese vil ser? a lo que contesta Kümarag.- madre no te ensucies las manos con sangre. el ha buscado su propia muerte. Verás eso , yo te lo aseguro, porque lo mas importante es que me has encontrado y yo como hijo que ama a su madre, quiero tenerte por siempre a mi lado; has luchado por los semejantes , has luchado por mi, es hora madre que continues en Venecia ; yo se que eres una Sirena y que te mutas. Mis maestros en el Planeta Gothikö me han dado las enseñanzas desde tu aparición en otras dimensiones.
Elodio abraza a su hijo y siente que todos los horizontes de tantas inmensidades del Cosmos ahora fluyen dentro de ella.
En esos momentos está Javierus a su lado y varios tripulantes de su nave, da la orden de que levanten el cuerpo del hijo de Elodio y lo transporten a la nave Mayor. Allí va a estar bien cuidado.