Tenemos alguna “reminiscencia” algún que otro día a la hora de dormir. No quiere de ninguna manera, a veces incluso se niega a tomarse el biberón porque sabe que así se duerme. Pero al menos siempre hay una causa, la misma, y la rabieta no es tan descomunal . Es más bien un llanto de protesta, algo más normal, y no una rabieta de aquellas tan tremendas.
En cuanto a las noches, he llegado a la conclusión de que se trata de terrores nocturnos. Aunque tengo que decir que también han ido pasando, al menos de momento.Me parecía que quizá Chiquinina soñaba, se despertaba desorientada y lloraba…pero no entendía por qué se ponía tan fuera de sí y se cogía una rabieta espectacular a esas horas intempestivas.Consulté el libro de Rosa Jové , Dormir sin lágrimas, y algunas piezas empezaron a encajar:- Los terrores nocturnos son alteraciones del sueño que se producen en la primera mitad de la noche. Por cierto, las grandes rabietas (de día)suelen ir acompañanadas de otras cosas, como precisamente alteraciones del sueño.- Los niños se incorporan, lloran agitados y en muchos casos te rechazan .
- Parecen despiertos pero realmente no lo están. Cuando se despiertan no recuerdan nada.
- Son posibles a partir de los nueve meses, aunque más frecuentes entre los 3 y 5 años.Creo que tenemos ganador… Chiquinina llora y parece despierta (creo que esto es lo que a mí me confundió totalmente). Me echa los brazos pero cuando la intento coger se enrabieta. La cojo y es el desastre total… Se lia la marimorena.Hasta que una noche cuando me rechaza decido no cogerla. Me quedo junto a su cuna hablándole con voz tranquila….y milagro, el llanto se va apaciguando y finalmente se tumba y se "vuelve a dormir" si más.Imagino que todo esto no es casual, y pienso que quizá es eso que llaman “angustia de la seperación”, porque lo que resulta obvio es que a la hora de acostarla ella no quiere de ninguna manera. O eso, o ha salido a su madre, que tiene muchísimas pesadillas.Saber o creer que sé lo que pasa me da tranquilidad para afrontarlo de otra manera y confiar en que poco a poco lo iremos solucionado. Crucemos los dedos.