Terrorífico cine de autor
Publicado el 12 mayo 2013 por Javier Parra González
@xavipargon
THE LORDS OF SALEM (Rob Zombie, 2012)
Odiada por unos y amada por otros. Lo último del siempre interesante Rob Zombie sigue la estela de su anterior filmografía y divide a público y crítica en todo un ejercicio de cine de autor dedicado al género del cual sale más que airoso realizando una excelente historia que versa entorno a las célebres brujas de Salem. Tras homenajear a la serie B más bizarra y casposa con la excelente La Casa de los 1000 Cadáveres (2003) y hacer lo propio con el cine más exploitation en su maravillosa secuela (¿quién dijo que segundas partes nunca fueron buenas?), Los Renegados del Diablo (2005), y dar una nueva y personalísma visión del mítico psychokiller Michael Myers en el díptico compuesto por Halloween. El Origen (2007) y Halloween II (2009), Zombie logra superarse en la que ha asegurado ha sido su película más difícil y tras la que ha anunciado una retirada del cine por unos años (declaraciones que un servidor espera que no se cumplan). En tal caso, qué mejor forma de retirarse temporalmente que regalando tan exquisito como perturbador ejemplo de buen cine.Sheri Moon Zombie, esposa y actriz fetiche del director, está soberbia como locutora de radio cuyo craso error será el de reproducir un enigmático vinilo enviado por The Lords, cuya estremecedora melodía desatará una pesadillesca trama con tintes oníricos (aspecto que Zombie ya explotó en Halloween II) dentro del enfermizo ambiente que envolverá cada fotograma conforme vaya pasando el metraje. El conjunto de escenas, rodadas de forma excelente, transportan al espectador a través de una pesadilla que va in crescendo hasta sucumbir en un glorioso desenlace que no es más que la plena expresión del mal, un mal representado de la más artística de las maneras posibles acompañado por una banda sonora que eriza el vello a medida que cada compás hace que quede grabado con fuego el conglomerado de situaciones barrocas que recuerdan a las oscuras pinturas tenebristas de inicios del siglo XVII.Contando con la mítica Dee Wallace y las veteranas actrices de televisión Judy Geeson y Patricia Quinn como aterrador trío que llevará a Heidi (Sheri Moon Zombie) a conocer el mismísimo Infierno, el film cuenta además con unos Ken Foree y Maria Conchita Alonso como excelentes secundarios (amén de los cameos de Sid Haig y Udo Kier) y con la enigmática mirada de la también mítica Meg Foster en un terrorífico papel cuyas apariciones otorgan un elevado énfasis de horror a la trama, convirtiéndose en un claro ejemplo de representación del mal.Quizá los más puritanos del género no admitan la obra de Zombie como el ejercicio visual que supone, tildando muchas de sus artísticas escenas de innecesarias e inconexas, pero la vida del artista nadie dijo nunca que fuera fácil y, la labor de aquel líder de una banda de rock duro que un buen día decidió iniciar una carrera en el mundo del cine como director, queda más que constatada gracias alincreíble poder creativo que, una vez más, ha hecho que otra de sus películas (¿la última?) pase a ocupar un más que merecido lugar entre mis obras predilectas.
Lo mejor: la belleza de unas perturbadoras imágenes como claro ejemplo del horror. Las interpretaciones. Las apariciones de Meg Foster.Lo peor: que haya quien pueda perderse entre tanto delirio artístico y no lo valore como es debido.
También podría interesarte :