Por Miguel Urbán - La Jornada de México
El riesgo del terrorismo ultraderechista en Alemania no es cuestión menor. Según la actual ministra de Interior, Nancy Faeser, y su predecesor en el cargo, Horst Seefofer, la extrema derecha es la mayor amenaza para la seguridad del país. Así lo demuestra una investigación de Zeit y el diario Tagesspiegel por la que entre 1990 y 2017 al menos 169 personas fueron asesinadas por miembros de la extrema derecha, a pesar de que las cifras de organismos oficiales reconocen tan sólo a casi la mitad de esas víctimas. Entre éstas se encuentran extranjeros, personas sin hogar, del colectivo LGTBI, izquierdistas y otras a las que la violencia ultraderechista consideró adversarios políticos.
Este aumento de los atentados ultraderechistas en Europa se produce en paralelo al reciente auge electoral de partidos de extrema derecha, pero también a la difusión y normalización de sus ideas y propuestas. Hay muchos responsables en este proceso generalizado de lepenización de los espíritus o normalización de los discursos de la extrema derecha. Dando cabida a argumentos supremacistas o excluyentes, como si se tratase de una opción política más, se abre la puerta a normalizar los proyectos que defienden estas propuestas, ya sean formaciones políticas, foros en Internet o iniciativas terroristas.
Uno de los elementos más claros que muestran la unión del terrorismo ultraderechista y los discursos del odio que propagan los partidos de extrema derecha es la referencia a las teorías de la conspiración del Gran Remplazo, Plan de Kalergi y de QAnon. Desde los atentados de Utoya, de Breivik, a Gendron, en Búfalo, los manifiestos que colgaron en Internet poco antes de cometer sus ataques hacían referencia a estas teorías de la conspiración, que han sido ampliamente difundidas por los principales líderes y partidos de la ultraderecha europea y estadunidense, como la propia Le Pen, Matteo Salvini, Santiago Abascal, Viktor Orban, la youtuber estadunidense de la alt-right Lauren Southern o el propio ex presidente Trump, que ha usado su plataforma Truth Social para difundir mensajes ligados a QAnon como una foto de sí mismo llevando una insignia de una Q superpuesta con la frase The storm is coming, una publicidad fundamental para ampliar la difusión de estas teorías ultraderechistas.
Teorías de la conspiración que recorren y se diseminan por Internet. Las investigaciones sobre el origen y funcionamiento de los terroristas ultraderechistas indica que muchos se radicalizaron mediante Internet, que se coordinan en foros de debate online y que usan las redes sociales para publicitar sus ataques, aun con retransmisiones en directo de sus atentados. Aunque pueda parecer sorprendente, el terrorismo ultraderechista tiene mucho en común con el terrorismo yihadista. Lo dicen académicos, como Moussa Bourakba, que constata una similitud sorprendente en las técnicas de propaganda que usan ambos para el reclutamiento. Como las organizaciones yihadistas, la extrema derecha violenta recluta por las redes sociales, en foros y plataformas de videojuegos (https://rb.gy/vk7wou).
Si no tiramos de ese hilo y no unimos los puntos hasta llegar a sus responsables últimos, sólo nos quedaremos con la figura de quien aprieta el gatillo y su perfil sicológico violento, conspiranoico, enfermo y aislado. Pero el lobo solitario supremacista es sólo un eslabón en una cadena de horror y odio que debemos comprender y combatir. El terrorismo ultraderechista es una realidad que ya está aquí, y que necesitamos abordar con la importancia que se merece, no deberíamos esperar un aviso más, nos jugamos vidas en ello.
Miguel Urbán - Diputado de izquierda en el Parlamento Europeo