El año 2013 fue el de la eclosión de las tertulias políticas permanentes, día y noche, en todas las televisiones, y con iguales tertulianos que van de un medio a otro para repetir en todas partes los mismos tópicos.
Los dos canales de TVE, los numerosos canales de Mediaset y Antena 3, 13 de la Iglesia, la moribunda Intereconomía y decenas de emisoras autonómicas y locales, todas dedicas, día y noche, a todas horas, multitud de horas a tertulias que muchas veces terminan entre imprecaciones.
Lo fascinante son las grandes cadenas, que supuestamente compiten entre ellas, pero que tienen fijos a una docena de tertulianos, que podrían viajar en el mismo microbús de una emisora a su competidora.
Hay personajes como Francisco Marhuenda, director del diario La Razón, el mayor defensor de Rajoy conocido, cuya presencia es tan ubicua que está simultáneamente en las emisoras contrarias y que se desconoce cuándo puede ir a su periódico.
Otro inevitable es Pablo Iglesias, demagogo profesor universitario, vendedor de tópicos que no puede dar clase al estar siempre de tertulias, aunque tampoco podría enseñar nada útil.
Son obligatorias Pilar Rahola una señora tragicómica por sus gritos y fogosidad nacionalista catalana, y otra chillona, Elisa Beni, con buena información judicial cuando estaba casada con el famoso juez Gómez Bermúdez: sus salidas de tono son excitantes.
Su única fuente de información es el iPad, que les permite leer las agencias y periódicos mientras van de un lado a otro: carecen de tiempo para informarse en mayor profundidad.
Este maremoto continuará dominando las televisiones en 2014. Las audiencias necesitan que alguien discuta incansablemente en su nombre, que piense por ellas.
En realidad, el problema de los españoles es su vagancia mental, y las tertulias poco trabajadas cubren el ese agujero cerebral.
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SALAS