Tesla, el extraterrestre

Publicado el 22 febrero 2011 por Trebede
Nikola Tesla es sin duda uno de los más grandes científicos de todos los tiempos por sus importantes contribuciones en muchos campos de la ciencia. Genial y excéntrico a partes iguales, no gozó en su tiempo de toda la fama que merecía debido a la cantidad de controversias que tuvo por sus trabajos, su origen extranjero en EE.UU. y a la escasez de fondos con los que contó. Pero su enorme inteligencia, sus avances y descubrimientos no pasaron desapercibidos para muchos de sus coetáneos. Algunos de ellos viendo la extraordinaria inteligencia que poseía Nikola Tesla, no dudaron en afirmar que este era extraterrestre y así lo publicaron en varios medios, idea que llegó a cuajar en buena parte de la población de principios del S.XX.

Nikola Tesla


En 1899 Tesla fue a Colorado Springs y montó un laboratorio en las montañas para estudiar los efectos que creaban los relámpagos así como la posibilidad de predecirlos. Desarrolló el que luego ha sido conocido como Teslascopio. Una torre con la que se recogían señales de radio que recibía del espacio exterior. Una noche de 1901, se quedó trabajando hasta tarde y olvidó apagar el receptor que para tal fin había diseñado. El dispositivo comenzó a captar ruidos extraños. Señales estáticas, señales de radio. Cuando Tesla relató en marzo de 1901 la historia en un artículo en el semanal Coollier' s Weekly, afirmó que esto demostraba que había vida inteligente en el espacio exterior, que los marcianos se habían comunicado con nosotros. Debido a la enorme fama y respeto como científico que tenía Tesla en esa época, sus palabras fueron tomadas en consideración, y pocos fueron los que dudaron de ellas.

Laboratorio de Nikola Tesla en Colorado Springs


Estas fueron sus palabras en el semanal:
“Cuando yo estaba mejorando mis máquinas para la producción de intensas acciones eléctricas, también perfeccionaba los medios para observar débiles esfuerzos. Uno de los resultados más interesantes, y también uno de gran importancia práctica era el desarrollo de ciertas invenciones para indicar a distancia de muchos cientos de millas una tormenta que se acerca, su dirección, velocidad y distancia viajada. Fue continuando este trabajo que por primera vez descubrí aquellos misteriosos efectos que habían provocado tal interés inusual. Había perfeccionado el aparato referido hasta ahora, que desde mi laboratorio en las montañas de Colorado. Yo pude sentir el pulso del globo, como era, notando cada cambio eléctrico que ocurría dentro de un radio de mil cien millas. Jamás podré olvidar las primeras sensaciones que experimenté cuando se me aclaró que había observado algo, posiblemente de incalculables consecuencias para la humanidad. Sentí como si estuviera presenciando el nacimiento de un nuevo conocimiento, o la revelación de una gran verdad. Mis primeras observaciones me aterraron positivamente, ya que en ellas estaba presente algo misterioso, por no decir sobrenatural, y yo estaba solo en mi laboratorio por la noche; pero en ese tiempo la idea de que estos disturbios fueran señales inteligentemente controladas todavía no se me presentaba. Los cambios que noté estaban teniendo lugar periódicamente y con tan clara sugerencia de número y orden que no eran rastreables a ninguna causa conocida para mi. Yo estaba, por supuesto, familiarizado con tales perturbaciones eléctricas como son producidas por el sol, las Auroras Boreales y las Corrientes terrestres, y estaba seguro, como podría estarlo ante cualquier hecho, que estas variaciones no se debían a ninguna de estas causas. La naturaleza de mis experimentos impidió la posibilidad de los cambios que estaban siendo producido por disturbios atmosféricos, como ha sido acertado a la ligera por algunos. Fue algún tiempo después, cuando el pensamiento destelló en mi mente, que los disturbios que había observado podrían ser debido a un control inteligente. Aunque no podía descifrar su significado, era imposible para mi pensar en ellos como que hubieran sido enteramente accidentales. La sensación está creciendo constantemente en mi, de que yo he sido el primero en escuchar los saludos de un planeta al otro. Un propósito estaba detrás de estas señales eléctricas.”


Tesla con uno de sus múltiples inventos


El propio Lord Kelvin quién en esas fechas era uno de los más afamados y respetados científicos del mundo, aseveró que aquello era uno de los mayores descubrimientos científicos de todos los tiempos. Poco después, uno de los periodistas y novelistas con mayor eco de finales del S.XIX y principios del S.XX Julian Hawthorne (hijo de Nathaniel Hawthorne autor de La letra escarlata) escribió un articulo sobre Tesla en una de las revistas con mayor tirada nacional en EE.UU. Decía que la mente de Tesla era tan avanzada que no era posible que fuera humano. Había nacido en otro planeta (Venus) y había sido enviado a la Tierra en una misión especial para enseñarnos los secretos de la naturaleza, para revelar a la humanidad los caminos que para esta había diseñado y previsto Dios. Aún con lo disparatado del artículo, debido a la credibilidad que se daba a las palabras de Hawthorne por su trayectoria como periodista, este artículo fue tomado en serio. Muchos así lo creyeron y, aún ahora muchos años después, hay miles de personas que así lo creen. Existe una especie de secta en California que venera a Tesla como extraterrestre.

Artículo de 1901 en el que se hace referencia a su posible origen extraterrestre en The Times


Biografía y obra de Nikola Tesla
Ruth Norman, una de los fundadores de Anarius Academy of Science años después de la muerte de Tesla, seguía manteniendo esta excéntrica teoría.
 
Fuentes: Collier's Weekly, February 19, 1901, page 4-5: El palacio de la luna; Paul Auster