Son cucharas de boj, talladas por manos temblorosas hace ya más de diez años. También conservo espátulas. Me hizo muchas y, aunque cada una que me regalaba era una ocasión única, uso unas para cocinar y otras las convertí en cuadros para rendir homenaje a esas manos que ya no están.
Este es un cuadro reciclado, sencillo y de un solo tono, pero con pequeños destellos: el brillo del tesoro que guarda.