“Testamento político”

Publicado el 16 octubre 2014 por Ángel Santiesteban Prats @AngelSantiesteb

17 de septiembre 2014

Querida hermana de mi alma:

Te escribo esta carta por tercera ocasión, y tampoco sé si llegará ante tus ojos, pero la esperanza es lo último que se pierde. La primera versión me fue incautada por los militares. La segunda, ya en manos de mi hijo Edua, quizás temeroso por su corta edad, al ver al Jefe de Sector merodeando su hogar en varias ocasiones, con miradas sospechosas, decidió romperla. Y aquí estoy otra vez redactando lo que me parece urgente que poseas.

Nunca pensé que me vería obligado algún día, como hoy, a escribir estas palabras, pero es necesario, ya que el destino a veces suele ponernos a prueba, como Dios en el” Libro de Job”, donde cada vez exprime mis fuerzas y paciencia que aún me parecen infinitas.

Quiero, necesito, que esta carta sirva de “testamento político”, pues las circunstancias, casi sin yo quererlo, me han llevado a ser activista peligroso para el régimen totalitario de los hermanos Castro. Todas las medidas que toman para con mi persona, me llevan a advertir que me les he convertido en una espina en sus gargantas, que no saben cómo extraer. Y reconozco que nada me causa más placer que estar allí, incomodando sus vidas, mientras la libertad es sesgada para los cubanos.

Me considero un ciudadano de a pie, y con ellos va mi suerte, como nos enseñara el Maestro José Martí, el cubano más sublime y universal. Él nos dejó esa estela que surca el cielo de nuestro archipiélago en forma de arcoíris. Y tras esa luminosidad voy, me debo, aunque no sea yo más que una tenue nube pasajera, que por instantes es atravesada por los rayos del sol. Y ese es mi compromiso y entrego todo mi ser, que es mi humilde manera de ser fiel a mí y a mi tiempo.

No me creo más que alguien que debe poseer, a lo sumo, algo de talento, buenas lecturas, maestros y colegas de generación, que entre todos, aportaron a ese coctel molotov que aportan significado a mis libros. Fueron escritos desde la total transparencia del arte, sin hacer concesiones, poseído por esa extraña aureola que abraza al artista cuando crea.

Si en el 2008 necesité dar apertura al blog “Los hijos que nadie quiso” fue por vergüenza patriótica, inducida por las lecturas sobre las luchas emancipadoras, por el valor de esos cubanos que entregaron a la causa a sus hijos y riquezas, en aras de alcanzar ese sueño, aun trunco, de una sociedad democrática y libre de políticos con ambiciones personales a costa del sacrificio de su pueblo.

Mi ascenso en el espacio de la oposición política fue el compromiso por esas mujeres y hombres que sacrifican a diario sus vidas, en esa búsqueda inaplazable de la independencia nacional. Jamás antepuse mi conveniencia personal, todo lo contrario , y como tú me dijiste una vez en tu carta “dejé de ser príncipe para convertirme en mendigo”, lo que significa que renuncié a esa vida intelectual alejada de cualquier criterio adverso a los manejos de la dictadura, y en la cual se acata en silencio sus designios, para que les permitan mantener una vida “decente”, donde les dejen y sufraguen los gastos de viaje nacionales y al exterior, les permitan presentar sus libros y puedan estar en los listados de autores “aptos” apara publicaciones en las editoriales nacionales. Si ese era el precio a pagar, lo abandonaría cientos de veces mientras me quedara vida. Prefiero perecer cientos de veces, antes de continuar dócil, palpando las lágrimas de las familias cubanas.

Abrir el blog fue como despojarme violentamente de esa máscara que nos imponen desde nuestro nacimiento, reforzada por el miedo de los padres y abuelos, a través de medio siglo, para lograr la supervivencia. La hipocresía actúa como herramienta contra el rigor de la dictadura, hasta que obtienen la vía de emigrar, una solución de escape ante sus realidades, a las que no encuentran solución dentro del archipiélago. Siempre quedará la alternativa de emigrar, como han hecho millones de cubanos, pero en mi caso será en última instancia, porque deseo estar en la primera fila de la historia, sin otra ambición que, cuando la felicidad asome en este país, los estudios sociológicos me recojan como “un intelectual que se enfrentó a la dictadura de su tiempo”. Sé que tuve oportunidad de abandonar el país clandestinamente, cuando era inminente mi apresamiento. Luego, en mi estancia en la 1580, la Seguridad del Estado me ofreció abandonar el país a cambio de liberarme de inmediato, lo cual no dudé en rehusar. Ahora, por estos días en que me mantuvieron en calabozos, insistieron otra vez en que “detuviera mi inútil sacrificio y emigrara”. Entonces comprendí que ellos no entienden que ese lamento de dolor que ellos provocan con sus injusticias, alejándonos de nuestros seres queridos al enviarnos a sus cárceles, para allí recibir sus constantes humillaciones, sus abusos a costa del poder militar, se transforma, se convierte en himno que alienta, se convierte en fuerza convincente para no cejar y mantenernos en pie de lucha.

Como los dictadores y sus secuaces son tozudos, son incapaces de comprender el significado de entregarse a cambio de nada personal; al contrario de sus cómplices, sicarios que reciben dádivas por su trabajo sucio. Ojalá pronto lo comprendan e inicien ese diálogo esperado y que tanta sangre y muerte ahorraría a la sociedad cubana.

No sé si me importa el tiempo que me mantendrán encarcelado. No abandonaré mis anhelos de una Cuba libre. Siento, hermana mía, y no puedo dejar de reconocerlo, las angustias que te provoco, esa tristeza que he alojado en tu alma por mi causa, o la nuestra, y la de todos los cubanos con vergüenza. Me consta que has sufrido el silencio de muchos que juraron fidelidad de amistad y hasta de otros que en la oposición, antes de entrar yo a la cárcel, prometieron su entrega y solidaridad, y luego se alejaron, quizás porque no vieron utilidad material en mi causa, o por “celos profesionales”, al creer que se vería rebajada su importancia. Ni siquiera fueron capaces de escuchar tus ahogados gritos de silencio y desesperación, que a veces se alivian con una palabra afable que acompañe tu desvelo. Para esos seres te pido comprensión, no estamos hechos de la misma madera, pero todas queman al recibir calor, el que precisamente necesita la nación. Es cierto que hay troncos que arden con más facilidad que otros, porque una vez que abandonan la humedad oculta en sus fibras, crepitan con idéntica fuerza. Para ellos, te pido que no les guardes rencor, confío en esa capacidad tuya para entender a los otros. El perdón será una herramienta útil para recomenzar un nuevo país y alcanzar el potencial desarrollo económico que necesita la isla. No mirar atrás nos ahorrará un tiempo maravilloso para acortar nuestras metas de progreso.

No olvido que una vez me confesaste que “a veces sentías envidia por no encontrarte en mi lugar”, por eso nunca he dudado de tu complicidad, porque entiendes que es la posición vertical y única que se puede asumir ante el régimen. Por otro lado, quiero agradecerte tantos esfuerzos de tu parte, como la manutención económica, de esa manera he podido palear el castigo de los verdugos. Sé que tienes más vergüenza y amor hacia mí, que dinero, pues me gusta esa frase que alguna vez me dijiste “te sentías la más pobre de los Estados Unidos, pero a la vez la más rica, comparada con el cubano de la isla más acaudalado”.

También quiero reconocerte el cumplimiento de tu promesa de” jamás pedir clemencia por mí, ni sucediendo lo peor”. Te juro que si sucediera, me sorprenderá con una sonrisa en los labios, esa paz que otorga el saberse en la posición de los justos, y en mis labios sentiré el sabor a miel que heredé a través de las palabras y proceder de esos masones que en las luchas libertarias, asumieron la vida sin otra razón que la entrega hasta el final por la madre patria.

Sin mis amigos, colegas, compañeros de lucha, y tú, no hubiera podido llegar hasta aquí. A ustedes, mi gratitud infinita, porque el mérito es suyo. No obstante, a pesar de las circunstancias extremas en que me encuentro, no pierdo las esperanzas de ver y vivir en un país próspero y honesto; sabiendo también, por supuesto, que los malos políticos existirán siempre y se mantendrán acechando su oportunidad, no soy ingenuo. Para ese entonces, estaremos preparados para enfrentar cualquier intento de usurpación, corrupción, afrentas diversas que exigirán, otra vez del sacrificio personal.

Ojala que mis hijos entiendan mi sacrificio, el no tenerme a su lado en cada dificultad de sus vidas. A pesar de sus adolescencias, me apoyan, dicen que me admiran, y me aman, mi hermana, y ese es el gran premio de nuestras vidas. Como duele verle sus ojitos conteniendo el llanto, las ganas de arrancarme de estos lugares y llevarme a casa.

Recuerda que siempre estaré allí, justo entre tus manos, una vez que las unes; permíteles un espacio en el centro, en forma de una casita, y observa a través de una hendija entre tus dedos: estaré allí, saludándote, gritándote mi amor desde lo más profundo de mis entrañas.

Tu hermano

Ángel

Ángel Santiesteban-Prats

Prisión unidad de guardafronteras. La Habana, octubre de 2014.