Testigos de la infamia

Publicado el 24 enero 2012 por Carmentxu

Hoy, 24 de enero, se cumplen 35 años de los crímenes de Atocha, cuando un grupo de pistoleros de extrema derecha irrumpió en el despacho de abogados laboralistas de CCOO y del PCE, situado en el número 55 de la calle Atocha de Madrid y disparó contra las nueve personas que había en el interior. Mataron a cinco abogados, pero quedaron cuatro supervivientes, cuatro testigos. También hoy se exhuman los cadáveres de las 17 rosas, fusiladas hace 74 años por ser familiares de milicianos republicanos y enterradas en una fosa común. A ellas se unirían más rosas recién acabada la guerra civil. Demasiadas flores cortadas. Gracias a un niño de ocho años que andaba por allí, ha podido identificarse el lugar exacto. Otro testigo. Tiempos tremendos y oscuros aquellos, aun cuando había esperanza en un futuro y resplandecían al final del túnel los fulgores de lo que podría haber sido. Estuvo tan cerca… Hoy siguen tremendos estos tiempos, pero vamos a ser millones los testigos de otro hecho abominable. ¿Piensan fusilarnos también? ¿Amputar nuestros miembros?

Hoy empieza el segundo de los juicios contra el juez Baltasar Garzón, esta vez por haber investigado los crímenes franquistas y tras la querella del pseudosindicato ultraderechista Manos Limpias. Con su admisión a trámite, ya empezó la ignominia. Sin hombres honestos, todos nos quedamos en la cuneta, como un fusilado, como ellas. Como en cualquier república bananera que se precie, habrá hasta observadores internacionales en este segundo juicio. El primero ha sido por las escuchas del caso Gürtel, en las que el juez dio curso a las grabaciones de las conversaciones que mantenían en la cárcel los mafiosos de la trama con sus abogados, desde donde continuaban tejiendo su tela de araña. La derecha cavernícola y asesina ha cambiado las armas: ahora utiliza la justicia para acabar con el enemigo, el disidente y matar ilusiones. Es cuestión de derechos humanos. “Si el Supremo condena a Garzón, será el hazmerreír”. Paradójicamente, lloraremos todos y esta vez no será por la crisis. Será por la infamia.
Una canción más necesaria hoy que nunca:

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