Andrea Maiorella - Attigliano, 25-09-2010
Testimonio de un pedido al Guía Interno (Silo)
Creo que puede ser muy importante compartir con todos ustedes, mis amigos, esta experiencia personal ocurrida en la noche del sábado 25 de septiembre.
No creo, sin embargo, que sea el caso de decir que “Silo se ha presentado oficialmente ante mí y me ha hablado”. No deseo dar vida a anécdotas que se realimenten convirtiéndose en leyendas ciudadanas que no creo ayuden a la comprensión del mensaje y del período histórico que se nos avecina en el futuro inmediato.
Lo único que puedo afirmar con absoluta responsabilidad y certeza es que mi pregunta estaba dirigida clara y directamente a Silo, y que una respuesta me ha llegado desde lo profundo. Recuerdo perfectamente las palabras que llegaban a mi mente muy detalladas y que no dejaban lugar a dudas sobre la simplicidad y claridad del mensaje. Mi estado era de perfecta lucidez y no era de semisueño. Se repiten dentro de mí las palabras, que llegaban a mi conciencia muy nítidas.
Relato
Después de una velada transcurrida con algunos maestros para intercambiar opiniones sobre diversos temas relativos al Parque, el futuro de la Escuela y discutiendo sobre la fecha más adecuada para esparcir las cenizas del Negro en el Parque Attigliano, Claudio Miconi y yo nos aprestamos a ir a dormir.
Pero todo me parecía extraño. Dormir en una noche así... en la que todo me parece tan incierto para nosotros y para el futuro del mundo.
Muchas dudas e incertidumbres se agolpan en mi mente. No logro conciliar el sueño. ¿Qué sucederá ahora? ¿Será realmente el fin de todo?
¿Qué será de este proyecto que desde hace 40 años ha empeñado a más de una generación de humanistas en operativos callejeros, peticiones, elecciones políticas, encuentros de trabajo personal, seminarios, conferencias, foros, internacionales humanistas, marcha de la paz, manifestaciones en la calle, cenas de autofinanciamiento, cafés de la paz, retiros de trabajo personal, laboratorios sobre la no-violencia, etc. etc. etc.?
¿Y ahora? Lo que sí sabemos perfectamente es lo que debemos hacer: no debemos detenernos. Se debe proseguir el camino que un hombre llamado Mario Rodríguez Cobos ha indicado desde siempre. ¿Pero con qué imagen a futuro? ¿Hacia dónde estamos yendo? ……. ¿Somos una especie en extinción? ¿Somos como el último grito o señal de esperanza para la humanidad para intentar en el último instante de desviar su curso equivocado? ¿Seremos el último grito de alguien que busca ahora, con la fuerza de la desesperación, de desviar el curso de la historia en vano?
Me viene un pensamiento: hace muchos años que no pido. Desde cuando era niño. La oración, para mí, era un momento particular y yo siempre lo he sabido, si no hubiera roto las pelotas la iglesia con el peso del sentimiento de culpa y del “sentido del deber”. Sí! probaré de pedirle a mi guía. ¿Qué tiene de extraño?!
Así, he comenzado a invocar a mi guía solemnemente, como una oración... exactamente en aquel estilo. Te pido, mi guía... yo sé que has dicho todo lo que tenías para decir... pero por qué no animarse. Te hemos seguido y hemos vencido el miedo a la muerte gracias a ti. Estamos intentando dar todo lo mejor de sí para realizar este sueño que es el deseo de cada uno de nosotros.
Quiero saber sólo hacia dónde vamos. ¿Cuál es nuestro destino? ¿Qué sucederá ahora? Te ruego háblame si puedes. No te vayas así. Te pido revelarme si puedes y responder a mi pregunta, Maestro, mi guía profundo.
Continuaba repitiendo estas palabras y pidiendo al guía una respuesta.
A un cierto punto, comienza a alejarse el paisaje externo y algo cambia en mi modo de percibir. Es un “estado” que he experimentado ya durante la rutina de la disciplina. Todo se hace más liviano y luminoso.
La habitación está oscura y yo estoy acostado sobre la cama. Pero parece que hubiera una luz suave que ilumina la habitación desde adentro de mí.
Me llega una fecha precisa pronunciada con claridad, la voz me lo dice dentro de mí:
- Guía: “el 21 de mayo”.
- yo: “qué cosa sucederá Maestro el 21 de mayo?
- Guía.: “comenzará una nueva revolución planetaria”.
- yo: “¿y cómo será? ¿Violenta? ¿Pacífica? ¿Qué cosa sucederá?
- Guía: “podrá ser violenta o no, pero será interesante que llegue una revolución, no creo que sea violenta. Lo importante es saber que una revolución llega siempre luego de un periodo de caos total. Será un caos total, muy violento, veremos mucha violencia. Será un período muy difícil.”
- yo: “Maestro, qué le sucederá a los nuestros? ¿Los encerrarán? ¿Detendrán a algunos de nosotros?
- Guía: “En las leyes de la física un cuerpo que gira a mucha velocidad sobre sí mismo, en torno a su eje, atrae a su vórtice todo objeto, persona o energía presente en su vecindad por la fuerza centrípeta. Todo es chupado hacia el vórtice generado por la rotación del cuerpo. Así que son dos las posibilidades de salvarse: o se toma una distancia suficiente del objeto y del vórtice, de modo que su fuerza centrípeta no sea lo suficientemente potente para chupar; o bien se sostiene uno fuertemente de algo que pueda resistir la fuerza que atrae hacia el vórtice.
El caos es la misma cosa, funciona del mismo modo. La locura colectiva puede chupar igual que un vórtice generado por un objeto que rota a mucha velocidad.
Es importante proteger a los nuestros – el Guía repite de nuevo – Debemos proteger a los nuestros”.
A este punto, espero en silencio, pero no escuchando otra cosa, comprendo que ha terminado.
Agradezco a mi Guía muchas veces y lo dejo ir.
“Gracias Maestro, protegeremos a nuestra gente. Gracias Maestro!”
Andrea Maiorella.