No se parece a ninguna otra novela suya que haya leído (1.280 almas, El asesino dentro de mi, Noche salvaje). Extraña no encontrar aquí ese relato perfecto del psicópata asesino que -frecuentemente- está del lado de la Ley, sino un personaje como Mitch Corley, en el fondo adorable -como-de-bueno-de-la-pelicula , y por cuya integridad física nos pasamos temiendo toda la novela.
Hay petróleo, juego, dinero, poder, corrupción, no poca sensualidad (descrita con enorme maestría) y menos violencia explícita que nunca: por no haber, no hay ni muerto. Pero da lo mismo: Jim Thompson, un grande de la novela negra, escribe una magnífica obra que nos atrapa como si en nuestra cabeza ya hubiésemos filmado lo que hubiera sido... un fantástico guión de cine.