Texto 70: Jean Renoir a favor del cine artesanal.

Publicado el 09 febrero 2013 por Loquecoppolaquiera @coppolablogcine


Sé que el cine americano se estrellará porque ha dejado de ser americano. Sé también que no debemos rechazar, sino absorber a los extranjeros que llegan hasta nosotros para aportar sus conocimientos y su talento. Ésta ha sido una política que no le ha ido mal al arte francés desde Leonardo da Vinci hasta Picasso. Creo que el cine no es un industria tal y como se pretende, y que los grandes patronos que llegan al cine con sus millones, sus gráficos, y sus mesas de despacho se equivocan. El cine es un oficio artesanal y con los artesanos unidos para defenderse los que pueden hacer quizá de nuestro cine el mejor del mundo. Aceptando esto, tengo la impresión de que todavía me queda todo por hacer en un oficio en el que, si se es libre, se puede ayudar a la comprensión de los hombres y de las cosas.
Jean Renoir.
Este texto fue publicado en el nº XVIII de la revista francesa Le Point, en diciembre de 1.938. Jean Renoir apuesta por el cine artesanal, es decir el cine de autor, y al apostar por éste, renuncia al cine comercial, a la ganancia facilona, renuncia a corromper su estética con los índices de la vulgaridad y el estropicio, y; más aún, renuncia a colocar contra su cuello el yugo de las grandes productoras. Convengo con Jean Renoir en que el cine americano va dejando de ser americano para convertirse, -cada vez con más ahínco-, en un cine meramente  comercial, un cine que gusta a todo el mundo: a asiáticos, a europeos, a hispanoamericanos. El capital desarraiga los tejidos culturales que se interponen en su camino. El cine americano pierde su esencia en la medida que quiere abarcar al universo, es decir: en la medida que quiere vender un producto al exterior. El cine comercial emerge como un cine absoluto de nueva nacionalidad; trasciende groseramente el tejido cultural de las naciones, se erige con un elenco de temas sin trasfondos, ni alma, típicos y topicos, facilones y hueros; y lo hace así, para darse a entender a medio mundo. Es como la puta esa que sabe hablar muy bien el lenguaje de signos. Algo así como un potro que deambula sin norte, muy difícil de contener. El público come carroña si se le acostumbra a la carroña. Pero también sabría degustar un caleidoscopio de sabores si se le enseña a paladear las exquisiteces del mundo del celuloide. Al final es un problema de educación. Las bases hay que fijarlas en la escuela. Somos lo que aprendemos, y desafortunadamente en nuestro mundo hemos aprendido antes a  enriquecernos que a procurar el bien común. Por suerte o por desgracia el cine es uno de esos artes que depende más enteramente de una previa inversión económica. Hay que entender que esta circunstancia constituye un límite natural a su expresión. Quizá suceda con el cine lo mismo que con los sonetos en la poesía. La dificultad de hacer un soneto conlleva su recompensa. Hay sonetos en nuestra literatura clásica que quedarán para siempre en nuestro haber cultural. Hay películas inolvidables que costaron dos duros.ANTONIO MARTÍN DE LAS MULAS