Texto 82: André Bazin reflexiona sobre el montaje.

Publicado el 03 marzo 2013 por Loquecoppolaquiera @coppolablogcine
Los montajes de Kulechov, de Einsenstein o de Gance no nos mostraban el acontecimiento: aludían a él. Tomaban, sin duda, la mayor parte de sus elementos de la realidad que pensaban describir, pero el significado final de la escena reside más en la organización de estos elementos que en su contenido objetivo. La materia del relato, sea cual sea el realismo individual de la imagen, nace esencialmente de estas relaciones (Mosjukin sonriente + niño muerto = piedad), es decir un resultado abstracto cuyas premisas estaban determinadas en ninguno de los elementos concretos. De la misma manera podemos imaginar unas muchachas + manzanos en flor = esperanza. Las combinaciones son innumerables. Pero todas tienen en común que sugieren la idea con la mediación de una metáfora o de una asociación de ideas. 
André Bazin
Extraigo éste texto del gran teórico francés André Bazin, baluarte indiscutible de la "Novelle Vague" y fundador de la reconocida revista de cine Carihers du Cinema (cuadernos de cine) en 1.951, una revista que alumbró interesantes colaboraciones rubricadas por personalidades del calibre de François Truffaut, Claude Chabrol, Jean Luc Godard, Jacques Rivette o su editor Eric Rohmer. El texto transcrito pertenece a un estudio más amplio que obra bajo el título de La Evolución del Lenguaje Cinematográfico y que fue publicado en el año 2.011 en la edición número 5 de la revista española Cuadernos del Cine Documental
Bazin analiza las relaciones íntimas que existen entre la manera en que se montan las imágenes y la capacidad que tiene una determinada organización de las imágenes para producir lenguaje, comunicación o sugerencias. El montaje es uno de esos asuntos al que no le solemos prestar mucha atención en el momento en que vemos una película. Para un espectador cualquiera el montaje es una técnica que pasa totalmente desapercibida en el momento en que ve una película en el cine. Sin embargo constituye la técnica que unifica el total de las escenas, la que coadyuva al establecimiento de un sencillo diálogo entre dos personas. Y parece elogiable que cuanto más desapercibida pase la técnica de montaje por los ojos de los espectadores tanto mayor es el virtuosismo del montador. En definitiva de lo que se trata es que uno perciba la película como una historia de la vida real. Es cierto que hay corrientes cinematográficas que apuestan por la alteración de los montajes y la integración de usos experimentales y novedosos; y es cierto también que a veces la implementación de un montaje complejo se corresponde con la narración de una historia también compleja, que por tanto requiere de tales complejidades para elucidar con precisión su contenido. Un ejemplo muy claro lo tenemos en aquel estupendo cortometraje que dirigen en 1.929 Luis Buñuel y Salvador Dalí, desde el corazón de las ideas surrealistas francesas. Un perro andaluz trastoca la sucesión lógica de los acontecimientos que se venían narrando hasta aquel momento; y que siempre lo hacían bajo la guía de un definido hilo conductor que daba en ordenar el material. En esta cinta el montaje de las imágenes y de las escenas se asienta sobre la idea de la disociación narrativa. Es decir que una de sus escenas o una de sus imágenes no tiene una relación aparente con la que le sigue, la relación en todo caso se forja en la fragua del subconsciente y desde allí conforma su sentido total. Además Buñuel y Dalí trastocan el devenir natural de la linea espacio-tiempo y con ello aproximan la textura narrativa del filme al lenguaje simbólico, intemporal, aparentemente absurdo de los sueños. La unidad del contenido se construye mediante la asociación de ideas, mediante la interpretación de las imágenes, de una forma muy parecida a la manera que tienen los psicoanalistas de conferir sentidos a sueños despedazados e ilógicos. El montaje por tanto es una técnica formal que aún así incide directamente en la sustancia misma de lo que se está contando. La mayor parte de los recursos cinematográficos al uso, como por ejemplo, la elipsis, el flash back, el flash forward, la metáfora, o la metonimia pasan por su dominio. La fuerza de un filme o la fuerza de un significado pasa fundamentalmente por el montaje.  
ANTONIO MARTÍN DE LAS MULAS