Texto 87: Jacques Derrida reflexiona sobre el fenómeno de la creencia en el cine

Publicado el 13 marzo 2013 por Loquecoppolaquiera @coppolablogcine
En una ideología espontánea de la imagen, se olvidan a menudo dos cosas: la técnica y la creencia. La técnica, es decir que allí donde la imagen (el documental o el film) se supone que nos pone ante la cosa misma, sin trucos ni artificios, hay un deseo de olvidar que la técnica puede transformar absolutamente, recomponer, artificializar la cosa. Y luego, está este fenómeno tan extraño que es el de la creencia. Incluso en un film de ficción, hay un fenómeno de creencia, de hacer «como si», que guarda una especificidad muy difícil de analizar: se «cree» más en un film. Se cree menos, o de otro modo, en una novela. En cuanto a la música, es una cosa diferente, no implica creencia. Desde el momento en que hay representación novelesca, o ficción cinematográfica, hay un fenómeno de creencia que es sostenido por la representación. La espectralidad, en cambio, es un elemento en el que la creencia no es asegurada ni desmentida. Por esta razón creo que hay que unir el problema de la técnica con el de la fe, en el sentido religioso y fiduciario, es decir, el crédito concedido a la imagen. Y al fantasma. En griego, y no sólo en griego, fantasma designa a la imagen y al aparecido. El fantasma, es un espectro. 
Jacques Derrida
Extraigo éste texto de una entrevista publicada en el número 556 de la revista francesa Carihers du cinema a cargo de Antoine de Baecque y Thierry Jousse, en el año 2.010.
El fenómeno de la creencia es intrínseco al cine. Con más razón en el teatro, que desde sus primeros tiempos, requiere un pacto tácito con los espectadores. Las leyes que rigen el teatro precisan de una creencia previa, la de que lo que allí se representa es verdadero, que el decorado lo conforman elementos reales, que una espada de fortspant es una espada de acero inoxidable y que un ladrillo de cartón piedra tiene peso específico. El cine no se queda atrás. Para empezar porque hay creencia desde el momento en que entran en juego la conversión de dimensiones: una realidad de 3 dimensiones se presenta en 2 dimensiones. Creemos que Bud Spencer deja K.O. al personal con un sólo manotazo, que James Bond conquista a una mujer con un par de frases. Las escenas que usan efectos especiales se someten intexorablemente a la creencia. Incluso el montaje es una solución al problema del tiempo, una forma de presentar durante el tiempo que dura un largometraje una historia de 5 ó 10 ó 15 años por ejemplo. El montaje por tanto obedece a un esfuerzo de síntesis. Y en este sentido la dinámica de la acción precisa de una creencia fundamental, porque hay que suponer lo que sucede entre escena y escena. La creencia por tanto constituye los mimbres con los que se urde el montaje, las elipsis, la dimensión y buena parte de los elementos narrativos que construyen el discurso.
ANTONIO MARTÍN DE LAS MULAS