El atípico desembarco cinematográfico tuvo lugar el mismo 30 de septiembre en que sobrevivientes y descendientes de los asesinados conmemoran el comienzo de las atrocidades que los mercenarios al mando del golpista Suharto cometieron con apoyo de la CIA. En su gacetilla de prensa, la gente de Drafthouse Films recuerda la experiencia de las proyecciones clandestinas que tuvieron lugar en el pasado reciente: se realizaban en subsuelos, ante un público especialmente invitado, con la intención de reflexionar “sobre la impunidad y sus consecuencias en un presente signado por la corrupción, el matonismo y el miedo”.
Los autores de la nota también explican que El acto de matar “no puede estrenarse tradicionalmente en las salas porque el gobierno indonesio prohibe sistemáticamente toda película que denuncie violaciones a los derechos humanos”. Para que no quepan dudas, agregan que transgredir esta prohibición constituiría “una buena excusa para que grupos paramilitares ataquen las salas infractoras, a sus administradores y ocupantes”.
Según el mismo texto institucional, el servicio de descarga empezó a funcionar con éxito “si bien algunos reportes técnicos advierten sobre posibles intentos de intervención gubernamental con miras a bloquearlo”. Cuando el diario Jakarta Globe lo contactó en agosto a propósito del anuncio de lanzamiento online, Oppenheimer ya había contemplado dicha posibilidad. De hecho sostuvo que, si esto sucediera, “habría consecuencias” puesto que el largometraje se exhibió en distintos festivales de cine (en los argentinos BAFICI y DerHumALC por ejemplo) y por lo tanto la opinión pública internacional lo conoce: “el mundo comprobaría que Indonesia no respeta la libertad de expresión y que por lo tanto no es una verdadera democracia”.
[En este punto cabe señalar una distinción que no hace la gacetilla de Drafthouse Films pero sí el Jakarta Globe... El Indonesia’s Film Censorship Board -algo así como la Oficina de Censura Cinematográfica de indonesia- no prohibió explícitamente la proyección de la película porque ésta no fue presentada formalmente; de ahí la especulación del director.]
Hoy el mismo diario se refiere (aquí) a la división social que provocan éste y otros intentos por exigir memoria y justicia en torno a los crímenes del golpe G30S/PKI. “Mientras historiadores y activistas de Derechos Humanos exigen que el actual Gobierno investigue a los responsables de la masacre, mucha gente se opone porque considera que la nación necesita mirar hacia adelante antes que estancarse en el pasado”, sintetiza el periódico como si aludiera a nuestra propia Argentina.
Aunque en ningún momento menciona el estreno atípico, el Jakarta Post publicó justo ayer esta crónica de la charla “Después de The act of killing: ¿justicia histórica para los crímenes de masa de 1965-66 en Indonesia?”, realizada en la Universidad de Melbourne, Australia. El diario le prestó especial atención a la opinión del especialista de la Universidad Nacional de Australia, Ariel Heryanto, que dijo -en contra de sus propias expectativas- que “el trabajo de Oppenheimer dista de generar la contoversia que Indonesia merece y que en cambio sí movilizó a los espectadores extranjeros”.
Según Heryanto, en Indonesia terminaron cancelando varias funciones privadas por falta de interés. “Algunos espectadores abandonaron la sala antes de que la función finalizara, mientras otros creyeron estar mirando un homenaje a los protagonistas (es decir, a los matones que integraron la fuerza de represión paramilitar)”, contó. También sostuvo que “si el público indonesio no reacciona con la misma intensidad que sus pares en otras partes del mundo, no es tanto porque tema expresarse libremente sino porque la conducta de los ex torturadores y su prolongada impunidad le suena contemporánea, por lo tanto familiar, apenas digna de consideración”.
El académico se refirió además a los jóvenes adultos indonesios que nunca fueron objeto de una caza de brujas anti-comunista y que, por otra parte saben muy poco o nada sobre la masacre de 1965. “Peor aún -concluyó- a muchos de ellos no les queda claro porqué deberían interesarse en este episodio histórico”.