Como bien sabe todo seríéfilo que se precie, los domingos son el día donde se emite todo. Tanto, que el fin de semana debería extenderse al lunes para que nos diera tiempo de ponernos al día de la tele yanqui. Antes el último día de la semana echaban Mujeres Desesperadas, Cinco Hermanos, Dexter… y hoy sigue siendo la jornada reservada para Juego de Tronos, Masters of Sex o la buenísima mujer –al menos, en lo que nos hace disfrutar- que es The Good Wife.
Miradas que matan... matrimonios
Pero, en las últimas semanas, ha habido una serie de los domingos que está ganando en interés y consideración –que no en audiencia- a toda la competencia. Una historia tranquila, apacible, sin apenas sobresaltos, como el verano en una zona costera estadounidense donde se desarrolla su (escasa) acción. Una producción que no recurre a fuegos de artificio ni a intrincados guiones. Pero una ficción, a la postre, tan disfrutable y enganchante como los grandes ‘blockbusters’ de la actualidad catódica americana. ¿El secreto? Precisamente, un secreto, que aún no se ha desvelado, y una historia de cuernos entre un pijo de ciudad y una mujer de campo… y de rancho.Quizá The Affair (Showtime) sufriría si los protagonistas no fueran Dominic West, el eterno McNultyde The Wire, y Ruth Wilson, tan guapísima y misteriosa en este folletín costumbrista como lo era en la policiaca Luther. Pero, ay, resulta que esta pareja es la estrella de la serie y tienen más química que Walter White en una caravana. Les dan la réplica Joshua Jackson, ya crecido desde Dawson y, sobre todo, tras Fringe, y una Maura Tierney cuyo matrimonio, sin ella saberlo, está en Urgencias.
Total, que una aventurilla de verano se está llevando de calle los domingos otoñales de la tele de EE. UU. Y, por ella, bien merece la pena poner los cuernos, si no como la pareja protagonista, sí al resto de ficciones que se programan ese día (a excepción de la de Alicia Florrick y Diane Lockhart a las que yo JAMÁS sería capaz de traicionar).
A vosotras nunca os lo haría
Por saber qué les depara el futuro a Noah y Allison (West y Wilson), he dejado aparcados a los zombies de The Walking Dead y veo más tarde Once Upon a Time, ya que me parece que ellos tienen más magia que la que pueda sacar por las manos la siempre salvadora Emma Swan. También le soy momentáneamente infiel a Carrie Mathison porque, aunque la siga amando contrariamente al sentimiento general, los líos carnales de la novata The Affair me llaman más la atención que los que tiene montados la protagonista de Homeland en su interior… y en sus misiones locas en el extranjero. Postergo también Brooklyn Nine-Nine hasta que no haya acabado con la de Showtime porque, aunque me hagan reír, no me encogen el estómago como hacen en esa en principio inofensiva serie. De Revenge, otra de las domingueras, no digo nada, que amo las reacciones de Victoria Grayson tanto como las tiemblo.Total que, en poco tiempo, me he dado cuenta de que The Affair no es sólo el relato de unos cuernos bien –o mal- puestos, sino que a mí, en concreto, me ha llevado también a la infidelidad: a ponérselos a otras series con las que mantenía una relación tan saludable como longeva.