Como fan de Spiderman fui a ver esta película, producto de reciclaje al más puro estilo blockbuster, que dirige con entusiasmo y un enfoque más juvenil el director de la agradable 500 días juntos. Se nota el cambio de director y de equipo: parece otro filme totalmente distinto de los que hiciera Sam Raimi. Yo prefiero a Raimi, cienasta más personal, más gamberro y más especializado en el fantástico. The Amazing Spider-Man, sin ser redonda, no es desdeñable. A mi juicio, la lastran unos cuantos errores (el guión está cogido con pinzas al principio, cuando los personajes principales confluyen en tantos puntos; Marc Webb, el director, no explota el lado de las mutaciones y de los muñones, algo que para David Cronenberg sería oro puro; como señalé antes, allí donde Raimi se centraba en el público adulto, Webb apuesta por contentar a los teenagers), pero se beneficia de unas cuantas virtudes (Andrew Garfield compone un personaje más entusiasta, muy dinámico y expresivo; los efectos especiales han mejorado, hasta el punto de que los paseos de Spiderman por los aires ya no parecen un videojuego; y aparecen varios actores de culto en papeles secundarios o cameos, tales como Sally Field, Martin Sheen, Campbell Scott o C. Thomas Howell). El resultado es ameno, espectáculo al más puro estilo de Hollywood. Pero no supera a la trilogía de Sam Raimi.
Como fan de Spiderman fui a ver esta película, producto de reciclaje al más puro estilo blockbuster, que dirige con entusiasmo y un enfoque más juvenil el director de la agradable 500 días juntos. Se nota el cambio de director y de equipo: parece otro filme totalmente distinto de los que hiciera Sam Raimi. Yo prefiero a Raimi, cienasta más personal, más gamberro y más especializado en el fantástico. The Amazing Spider-Man, sin ser redonda, no es desdeñable. A mi juicio, la lastran unos cuantos errores (el guión está cogido con pinzas al principio, cuando los personajes principales confluyen en tantos puntos; Marc Webb, el director, no explota el lado de las mutaciones y de los muñones, algo que para David Cronenberg sería oro puro; como señalé antes, allí donde Raimi se centraba en el público adulto, Webb apuesta por contentar a los teenagers), pero se beneficia de unas cuantas virtudes (Andrew Garfield compone un personaje más entusiasta, muy dinámico y expresivo; los efectos especiales han mejorado, hasta el punto de que los paseos de Spiderman por los aires ya no parecen un videojuego; y aparecen varios actores de culto en papeles secundarios o cameos, tales como Sally Field, Martin Sheen, Campbell Scott o C. Thomas Howell). El resultado es ameno, espectáculo al más puro estilo de Hollywood. Pero no supera a la trilogía de Sam Raimi.