Cualquiera que me conozca un poco sabrá que las series (o películas, o cualquier cosa, absolutamente cualquiera) de espías no son lo mío. Es uno de esos típicos casos del “no eres tú, soy yo” seriéfilo. No digo que sean malas. De hecho, no digo que no sean absolutamente maravillosas. Simplemente suelen tener la magnífica habilidad de conseguir que me quede frita en cuestión de minutos. Y no muchos, por cierto. Es por eso que el que una serie sobre “espías” (porque lo es) acabe inevitablemente en un puesto relativamente alto de mi lista de las mejores series en emisión, dice mucho de ella.
Quizá lo que hace que ya de entrada The Americans sea algo diferente es justamente su punto de partida. Porque no es una serie de espías cualquiera. Phillip y Elizabeth son espías rusos que viven infiltrados, que han construido una familia a partir de ahí. Toda su vida, su relación, su familia, todo, es una misión. Y al mismo tiempo no lo es. Y esto hace que todo en la serie tenga muchísimos matices muy interesantes.
Claro que ellos dos no son los únicos que brillan. Todos los demás personajes lo hacen también. Empezando por Stan, su vecino agente del FBI que realmente comparte muchas similitudes con ellos. Los tres, a su manera, basan su vida en un ideal. Los tres quieren hacer bien su trabajo. Porque creen en lo que hay detrás, o tienen que creerlo. Y los tres hacen cosas más que cuestionables en el proceso, sin que eso los convierta en ningún momento en el “malo”.
Al final, y aunque The Americans sea una serie de espías, lo que hace que sea todo lo buena que es, es que lo utiliza para darnos lo mejor de ella: un drama familiar absolutamente estupendo. Un drama familiar no en el sentido de que toda la familia se vaya a sentar junta a verlo, sino en que nos muestra la imagen, el día a día y todos los matices y complejidades de la familia de Phillip y Elizabeth. De su relación con sus hijos. De estos hijos, de sus ambiciones, de quiénes son. Y hace que nada sea del todo sencillo.
The Americans es una de esas series que, por todo esto, por todo el cuidado que pone en todos sus personajes, sus temas y sus tramas, consigue que no haya una sola escena en la que prestemos menos atención. Porque todos nos importan. Y así debe ser. Y consigue que todas las críticas positivas que recibe sean totalmente merecidas.