No es fácil, no nos engañemos, hacer que la actriz, como la chica mona que es, conquiste a todo aquel Don Juan de artificio que se sienta en la butaca, ni que el verdadero Don Juan con ayuda de un canino simpático sea capaz de arrebatarle una sonrisa a la dura chica resabida de la tercera fila. No es fácil.
Y si todo esto se hace sin voz, sin color, y sin explosiones...¿qué me dicen?
Algo más de hora y media de cine. 100 minutos. Una historia sobre la caída de un orgulloso, del triunfo de una mujer con un sueño. La cima en ambos lados, en la subida y en la bajada.
Película en la que no tocas las palomitas. Bastante tiene el espectador con amar a Peppy y al perro. A la chica del lunar y al simpático animal. En el camino George Valentin se dará cuenta que el orgullo pasó de moda. Que no todas las mujeres son malas y que el talento no sabe de caciques, de innovaciones, ni del tiempo. El talento transciende a las épocas.
'The artist' hace que Woody Allen lloré porque el diálogo no es necesario, que Tarantino busque una solución para la falta de sangre y que Spielberg se de cabezazos contra el arca perdida mientras guarda sus efectos especiales. Porque el cine, volvió al blanco y negro, a la gesticulación, al silencio.... ¡y cómo volvió!