Rendidos ante la evidencia, no para de sorprendernos la capacidad cómica de una extraordinaria Berénice Bejo, a la que se une la gestualidad desbordante de un Jean Dujardin, que para que le falte de nada, se hace acompañar de otro gran actor, su mascota Jack (el perro). Pero debajo de esa aparente comicidad, se esconde el melodrama que tan bien funcionó en las películas de los años 20 del cine mudo, por lo que no nos resulta muy difícil asociar este historia de amor y fracaso, con las inocentes y magníficas películas iniciales de Chaplin y su personaje Charlot, que como los actores de esta The Artist, buscaba la felicidad entre la indiferencia de quienes le rodeaban. Acertada o no, nostálgica o atrevida, debemos reconocer que el gran acierto de The Artist, está en devolvernos al mágico mundo de los sueños.
Reseña de Ángel Silvelo Gabriel.